martes, 1 de septiembre de 2009

Volumen I Capítulo XXI (Enero a Marzo 1830) Páginas 386 a 416



La carta de Skyring - Isla Noir - Pingüinos - Fueguinos - Sarmiento - Bahía Townshend - Monte Horacio - Cabo Desolación - Pérdida del bote - Basket - Búsqueda en bahía Desolada - Nativos - Fuerte temporal - Sorpresa - Ataque - Consecuencias - Regreso al Beagle - Navegación a puerto Stewart - Nueva salida - Escape de los nativos - Búsqueda infructuosa - Molestias - Mareas - Naturaleza de la costa - Puerto Doris - Seno Christmas - Cook - Catedral de York - Puerto March - Construcción de un bote - Rocas traicioneras - Escaramuza con los nativos - Cautivos - Boat Memory - Petrel.

"25.- Levamos y nos dirigimos a bahía Furia, por el carpintero y su carga, y lo encontramos con un palo y una balsa hecha de tablas, sacados de los restos del naufragio. Habiendo izado la embarcación y con la balsa a bordo, nos dirigimos hacia las Furias del Weste navegando a favor del viento; mi intención era rodear isla Noir o bien fondear en ella, antes de navegar hacia el este, para que ninguna parte del mar o de la costa quedase sin examinar. Pasamos muy cerca de algunas rocas, pero como el día estaba despejado y el tiempo claro, podíamos confiar en un buen vigía apostado en la cofa.
"Antes de dejar las inmediaciones del monte Skyring, debería comentar que la demarcación verdadera de la cumbre del monte Sarmiento, que obtuve desde la cima del monte Skyring, trazada en la carta del teniente Skyring, pasó exactamente a través de su cima, como si hubiese sido simplemente una linea trazada entre ellas. Esto es muy meritorio para su trabajo, porque sé que él no vio el monte Sarmiento cuando estuvo en el monte Skyring.
"El viento regular se acercó más hacia el oeste al atardecer, por lo que no tuve esperanzas de acercarme a isla Noir. Vimos claramente las rocas Tower antes del anochecer y navegamos hacia ellas hasta las diez, acercándonos a Scylla para evitar las Charybdis, ya que por nuestra banda hacia la costa estaban esparcidas todas estas rocas, entre las cuales habíamos navegado cuando transitamos las islas Agnes y el cabo Kempe.
"Pasamos la noche haciendo cortas bordadas, con las gavias aferradas, en las mismas dos millas de tierra, lo más cerca posible, con el escandallo arriado y una minuciosa buena vigilancia. Con la luz del día de la mañana siguiente el viento aumentó a temporal con tiempo brumoso, con lluvia, desplegamos tantas velas como podíamos llevar, barloventeando todo el día. En la tarde moderó y antes del anochecer fondeamos en un muy buen fondeadero protegido, en el extremo este de isla Noir, abrigado de todos los vientos desde N al S (por el oeste); sobre un transparente fondo de arena, y con una ensenada protegida cercana a nosotros donde los botes podían varar fácilmente y obtener leña y agua en abundancia. En el trayecto hacia la isla, pasamos muy cerca de una roca peligrosa, sumergida, a cuatro millas de la costa, y otra, cercana al fondeadero. La mar no rompe sobre ninguna de ellas cuando no hay mucho oleaje.
"27.- Un excelente día nos favoreció; el oficial de navegación fue a una parte de la isla, y el Sr. Stokes a otra, mientras yo fui a una tercera. Habiendo tomado ángulos en el extremo occidental (que termina en un grupo de rocas como agujas), navegué completamente alrededor de la isla y regresé al fondeadero después del atardecer, desembarcando, en mi camino, aquí y allá para tomar demarcaciones.
"Hay una ensenada en la parte sur de la isla, donde las embarcaciones podrían estar perfectamente seguras con cualquier tiempo, pero la entrada es demasiada angosta para naves con cubierta. La isla misma es angosta y larga, parece ser la parte superior de una cadena de montañas, formada de piedra arenisca (Sociedad Geológica, N° 238 a 240 - quizás pizarra arcillosa), lo que explica que el fondo cercano a ella sea tan bueno, y por la apariencia en forma de agujas de las rocas en el extremo oeste; como la piedra arenisca, que es muy suave, desgastada continuamente por la acción del agua.
"Multitud de pingüinos pululaban juntos en algunas partes de la isla, entre los arbustos y matas de pasto alto "tussack" (nombre dado por los loberos a una matas de juncos, que crecen junto al mar en estas latitudes) cercanos a la costa, que van allí con el propósito de pelechar y cuidar las crías. Son muy valientes en defensa propia, corrían con la boca abierta, por docenas, hacia cualquiera que invadiera su territorio, sin importarles qué tan pronto un palo podría dejarlos en el suelo. Las crías eran buenas para comerlas, pero los otros resultaron ser negros y duros cuando se cocinaban. La forma en que alimentan a las crías es curiosa, y bastante divertida. El pájaro adulto se sube a una pequeña altura del terreno, y hace un gran ruido (entre graznido y rebuzno), manteniendo su cabeza erguida en el aire, como si fuera a arengar a la pingüinera, mientras el joven se para cerca de él, pero un poco más abajo. El pájaro adulto continúa con su ruido alrededor de un minuto, pone su cabeza hacia abajo y abre su boca ampliamente, dentro de la cual la cría introduce su cabeza y parece que chupa de la garganta de su madre por un minuto o dos, después de lo cual se repite el ruido y el joven es alimentado nuevamente; esto continúa durante unos diez minutos. Observé que algunos que estaban pelechando hacían el mismo ruido y luego aparentemente tragaban lo que ellos mismos se proporcionaban, de esta manera creo que ellos procuran su subsistencia durante el tiempo en que no pueden buscarla en el agua. Muchos leones marinos fueron vistos en la isla, y tres fueron muertos. Las aves salvajes eran numerosas. Por extraño que parezca, encontramos huellas de los fueguinos (una choza), lo que demuestra cuan lejos ellos se aventuran en sus canoas.
"No hay peligros cerca de isla Noir, excepto las rocas Tower, que están afloradas y "empinadas", pero muchos peligros existen hacia el sur-este. En realidad, un lugar peor que las cercanías del cabo Kempe y las islas Agnes no puede encontrarse muy a menudo, creo: su carta, con todas las estrellas marcando las rocas, parece el mapa de una parte del cielo, en lugar de una parte de la tierra.
"28.- Con la luz del día, navegamos estas rutas, pasando cerca de las rocas Tower (a medio cable de distancia): son sólo dos en número, separadas una y media milla, sus costados muy empinados. Desde allí gobernamos en dirección a San Pablo, mi intención era buscar un fondeadero en esa dirección. Este día fue muy bueno y tan claro que cuando tuvimos calma, cerca de San Pablo, vimos desde la cubierta claramente el monte Sarmiento. Una brisa nos llevó a través del paso Pratt, que separa la isla London de la isla Sydney, a un fondeadero en un buen puerto, debajo de una colina alta y puntiaguda (Monte Horacio), el que es una buena referencia. Cuando nos acercábamos no obtuvimos sondas en el paso, lo que nos inquietó, pero en el puerto, el fondo resultó ser excelente y el agua solo de una profundidad moderada. Tan pronto como fondeamos, traté de subir al monte Horacio, pero regresé antes del anochecer sin haber alcanzado su cima, sin embargo, vi lo suficiente para formarme una idea general de la distribución de la tierra y el agua cercana a nosotros. Pensé que este fondeadero sería favorable para determinar la latitud del cabo Schomberg (Una alta montaña en el extremo NO de la isla London) con exactitud; porque había encontrado una diferencia considerable entre nuestra carta y la del teniente Skyring, respecto a la latitud de ese promontorio.
"Entre tanto pensaba enviar al oficial de navegación a una punta llamada por Cook, cabo Desolación, y que bien merecía ese nombre, porque era un alto, escarpado, estéril pedazo de tierra. No me lamentaba de encontrarme en un fondeadero seguro, porque el tiempo parecía empeorar, y después de haber sido favorecidos con días moderados, no podíamos sino que esperar un cambio del viento y lluvia.
"29,- Esta mañana el tiempo parecía como que deberíamos devolverle los pocos excelentes días que habíamos disfrutado, pero como creíamos que era necesario trabajar con mal tiempo igual que cuando estaba bueno, esto no impidió que el oficial de navegación saliera en camino a cabo Desolación; acerca del cual, por ser un promontorio visible, su posición sería de gran importancia, él iba en la búsqueda de un puerto, y obtener observaciones para conectar los levantamientos. No podía haber tenido una mejor embarcación (una ballenera construida por el Sr. May , en San Carlos); y como él bien sabía que hacer con ella, no me sentí inquieto por su seguridad, aunque después de su zarpe el viento aumentó rápidamente y hacia la noche soplaba un temporal. El barómetro como de costumbre no nos había dado mucho aviso, pero había estado bajando progresivamente desde nuestra llegada a este puerto, y continuaba cayendo. El simpiesómetro había estado más alerta, y había caído más rápidamente.
"30.- Un temporal continuo, con lluvia y tiempo brumoso durante todo el día. En la noche el tiempo se convirtió en algo más moderado, pero en la mañana del 31, el viento aumentó de nuevo a temporal, y hacia el mediodía, los williwaws eran tan violentos, que nuestro pequeño cúter, que se encontraba en la popa del buque, fue volcado, aunque no tenía ni siquiera el mástil colocado. La nave se escoraba, como si estuviera navegando con su velamen desplegado, todas las cosas sueltas eran lanzadas hacia sotavento con un estrépito general (no habíamos trincado para la mar, pues estábamos fondeados en esa pequeña ensenada), pero estas explosiones de las montañas pasaban tan rápidamente, que con una buena cantidad de cadena arriada, era forzada a trabajar al máximo antes que la ráfaga hubiese pasado. Como el temporal aumentaba, en la tarde, los masteleros fueron afirmados; y aún así, en las ráfagas, sus bases levantaban muchas hiladas cuando eran cogidos por la cuadra. En la noche continuaron en tan rápida sucesión, que si la calidad del fondo no hubiese sido tan buena y nuestras amarras a tierra tan fuertes, habríamos sido lanzados sobre las rocas.
"Estar a sotavento de tierras altas no es el mejor fondeadero en estas regiones. Cuando se encuentre un buen tenedero a barlovento de una altura, y tierras bajas a barlovento del fondeadero, suficientes para que la mar rompa, ese lugar es mucho más preferible, porque el viento es constante y no es devuelto por las alturas. El lado de sotavento de esas alturas es mucho peor que el lado oeste del peñón de Gibraltar cuando sopla el fortísimo Levante.
"Teniendo en cuenta que este mes corresponde a agosto en nuestro clima, es natural compararlos, y pensar cómo el heno y el maíz crecerían en el verano fueguino. Hasta ahora no he encontrado en Tierra del Fuego ninguna diferencia entre el verano y el invierno, excepto que en el primero los días son más largos y la temperatura media es quizás unos diez grados más alta, pero también hay entonces más viento y lluvia.
"El temporal todavía continuaba y había impedido que hiciésemos cualquier cosa fuera de la nave. Sin embargo el Sr. Murray debería haber encontrado ya una ensenada segura, lo sabía, habría pasado momentos de riesgo, pues no se habría podido mover por todos lados desde el día que nos dejó. Tenía provisiones para una semana, pero con un clima moderado podría haber regresado en tres días.
"Feb. 2.- Todavía muchos chubascos e inestable. Este temporal comenzó del NNO y roló al SSO. Mucha lluvia viene generalmente de la cuarta NO y como el viento cambió al sur, el clima se volvió más despejado. Los chubascos de la cuarta del sur traen una gran cantidad de granizos con ellos.
"3.- Pude tomar una serie de ángulos desde el monte Horacio, sobre la nave, el cielo estaba despejado cerca del horizonte. El teodolito había sido dejado cerca de la cima desde el 28, todos los días habían estado demasiado malos para usarlo. Estas colinas puntiagudas requieren tiempo y esfuerzo para su ascenso; pero la amplia gama de vistas que se obtiene desde sus cumbres en un día despejado nos recompensa ampliamente. Si la altura es suficiente, da una visión panorámica de muchas leguas y muestra de un vistazo donde están los canales, donde las islas, y cual es la naturaleza de la tierra y agua circundantes. El estado destrozado de todos estos picos es notable: las heladas, creo, deben ser la causa principal.
"Después de haber sido engañados por el magnetismo del monte Skyring y otros lugares, nunca más confié en los compases en las alturas, pero siempre establecí una señal cerca del agua, a cierta distancia y desde ella obtenía la demarción astronómica de mi estación en la cumbre. Esta tarde preparamos el buque para zarpar tan pronto como llegase el oficial de navegación.
"4.- Tiempo moderado. Me sorprendió que el oficial de navegación no hubiese aparecido, aún, pero tenía plena confianza en la prudencia de su actuar y sabiendo que había estado todo el tiempo entre las islas, y que en cualquiera de ellas pudo detener su embarcación y permanecer a salvo durante los temporales, no sentía mucha ansiedad, porque supuse que se habría quedado tomando los ángulos necesarios y observando, en los cual se había retrasado por el mal tiempo que últimamente habíamos experimentado.
"A las tres de la mañana (5.-), me despertaron para contarme que la ballenera se había perdido - robada por los nativos; y que su patrón y dos hombres recién habían llegado al buque en una tosca canoa, hecha como una gran canasta, de mimbre cubiertos con pedazos de lonas y calafateados con arcilla, hacía mucha agua, y difícil de bogar en ella. Habían sido enviados por el oficial de navegación, quien, con las otras personas, se encontraban en la ensenada del cabo Desolación, donde se detuvieron el primer día. Sus provisiones estaban todas consumidas, dos tercios habían sido robadas con el bote, y el regreso de los nativos, para saquearlos, y quizás matarlos, era esperado diariamente.
"La canasta, no la puedo llamar una canoa, dejó el cabo (ahora doblemente merecedor de su nombre) temprano en la mañana del 4, y avanzó lenta y pesadamente entre las islas, los hombres tenían solo una galleta cada uno con ellos. Bogaron todo el día, y la noche siguiente, hasta las dos de esta mañana (5.-), cuando pasaban por la ensenada en que estaba el barco, oyeron los ladridos de uno de nuestros perros, encontrando el camino hacia nosotros estando completamente rendidos por la fatiga y el hambre. Ni un momento se perdió, mi bote fue preparado inmediatamente y partí aceleradamente con provisiones para quince días para once hombres, con la intención de socorrer al oficial de navegación, y luego ir a buscar la embarcación robada. El tiempo estaba lluvioso, y el viento regular y con chubascos, pero a las once llegué a la ensenada, habiendo pasado por el lado del mar del cabo, y ahí encontré al Sr. Murray preocupado, pero dubitativo, esperando mi llegada. Mi primer objetivo, después de preguntar como estaba el asunto, fue escudriñar minuciosamente el lugar donde el bote había sido amarrado ( porque no podía creer que había sido robado) pero pronto me convencí que había estado bien amarrado en un lugar totalmente seguro, y que debía, en efecto, haber sido llevado, justo antes del amanecer, por los nativos. Su mástil y velas y parte de las provisiones estaban en él, pero las ropas de los hombres y los instrumentos afortunadamente habían sido desembarcados. Era costumbre normal con nuestras embarcaciones, que cuando estuvieran fuera del buque, mantener una guardia durante la noche; pero este lugar parecía tan aislado y desolado, que tal precaución no pareció necesaria. Si yo hubiese estado con el bote, lo habría probablemente perdido de la misma manera; porque yo solamente colocaba guardia cuando pensaba que era necesario, pues no deseaba hostigar a la tripulación del bote innecesariamente, y en esta isla expuesta y azotada por la mar, no habría sospechado que se podían encontrar indios. Parecía que un grupo de ellos estaban viviendo en dos chozas, en una pequeña ensenada cerca de una milla de donde se encontraba el bote, y debieron ver su llegada; mientras que sus chozas estaban tan escondidas que no fueron vistas por la tripulación de la ballenera. A las dos de la mañana de la primera mañana, el Sr. Murray envió a uno de los hombres de la carpa a ver si las amarras del bote estaban bien en la ensenada, y este las encontró seguras. A las cuatro otro hombre fue a inspeccionarlo, pero ya había desaparecido. La tripulación, dudosa de cual había sido su destino, inmediatamente se desplegó por la costa de la isla en búsqueda de huellas de ella, y en el registro encontraron las chozas, obviamente recién abandonados: el fuego aún no se había apagado. Esto inmediatamente explicó el misterio, algunos continuaron por la orilla, otros subieron a las colinas para mirar las cercanías, pero todo fue en vano. A la mañana siguiente, el Sr. Murray comenzó la canasta, la que fue hecha principalmente por dos de sus hombres con ramas pequeñas, y algunas partes de la carpa, con un revestimiento de tierra arcillosa en el fondo. Estando en una isla, a unas quince millas del "Beagle", su plan fue tan necesario como ingenioso; aunque sin duda en algo más parecido a una canoa que a un barquilla podrían haber remado más rápido.
"Como el cronómetro, teodolito y otros instrumentos se habían salvado, el Sr. Murray había efectuado observaciones para establecer la posición del lugar, y había hecho todo lo que se requería antes de mi llegada, cuando ellos se embarcaron, con sus cosas, en mi embarcación, que ahora albergaba en total a once hombres, provisiones para una quincena, dos carpas (Llevé dos carpas del "Beagle", la de ellos había sido cortada para el canasto) y ropa; sin embargo con esta carga ella navegó muchas largas millas, durante la siguiente semana, una prueba de la calidad de esta ballenera de cinco bogas, la cual también fue construida por el Sr. Jonathan May, nuestro carpintero, mientras estuvimos en San Carlos.
"Al primer lugar que fuimos, una pequeña isla distante unas dos millas, nos convenció aún más decididamente del destino de nuestra embarcación perdida, y nos dio esperanzas de recuperarla, porque cerca de un choza utilizada recientemente, encontramos su mástil, parte del cual había sido cortado con un hacha que estaba en el bote. Nuestro siguiente objetivo fue entonces considerado, para la persecución de los ladrones que había decidido. Al norte y al este de nosotros, tan lejos como alcanzaba nuestra vista, había una amplia bahía en la que habían muchas islas, grandes y pequeñas; y hacia el oeste era un conjunto de isla más grandes que llegaban, aparentemente, al pie de esa gran cadena de montañas cubiertas de nieve, que corre hacia el este desde el canal Bárbara, y en medio de la cual surgen orgullosas las torres del Sarmiento. Decidí rastrear los confines de la bahía, desde el oeste, hacia el norte y este, pensando que era probable que los ladrones se apresuraran en llegar a una ensenada segura, distante, en lugar de permanecer en una isla cercana, desde la cual su retirada podría ser cortada. En la noche nos encontramos con una canoa con dos fueguinos, un hombre y una mujer, que nos hicieron comprender, por señas, que varias canoas se habían ido hacia el norte. Esto aumentó nuestras esperanzas, y seguimos adelante. La mujer, recién mencionada, era la de mejor aspecto que había visto entre los fueguinos, y realmente de buena figura: su voz era agradable, y sus maneras ni sospechosas ni tímidas como los demás. Aunque joven era extremadamente gorda, haciendo honor a su dieta de lapas y choros. Tanto ella como su esposo estaban completamente desnudos. Buscamos en las ensenadas cercanas hasta que llegó llegó la noche, y nos detuvimos en un lugar protegido.
"Al día siguiente (6.-) encontramos algunos indicios más bien dudosos de los ladrones. Hacia la noche soplaba un temporal fuerte, con ráfagas de granizo y lluvia.
"El día 7.- , en un lugar a más de treinta millas al ENE del cabo Desolación, nos encontramos con una familia nativa, y buscando en sus dos canoas encontramos la linea del escandallo de nuestro bote. Esto fue un verdadero premio, inmediatamente llevamos al hombre que la tenía hasta nuestra embarcación, haciéndole comprender que debería mostrarnos donde estaba la gente de quien la había conseguido. Entendió bastante bien el sentido de nuestra pregunta, y siguiendo sus orientaciones llegamos esa tarde a una ensenada, en la que había dos canoas llenas de mujeres y niños, pero sólo un hombre ya de edad, y un muchacho de diecisiete o dieciocho años. Como de costumbre con los fueguinos, en cuanto nos percibieron todos huyeron a los matorrales, llevándose la mayor cantidad posible de sus bienes - volviendo otra vez desnudos, y amontonándose en un rincón. Después de una búsqueda minuciosa, encontramos algunos aparejos de la embarcación, parte de su vela, y un remo, la caña del cual se había convertido en una cachiporra para focas, y la hoja en un remo. El hacha y la bolsa para las herramientas de la embarcación también fueron encontradas, lo que nos convenció que este era el lugar de los que nos habían robado el bote, y que las mujeres, en número de seis, eran sus esposas. Los hombres estaban ausentes, probablemente, en nuestra embarcación, en una expedición de caza de focas; ya que una canoa bonita y grande, hecha de madera de teca, quizás con los restos del naufragio del "Saxe Cobourg", estaba tumbada en la playa sin remos ni lanzas. Ella no había llegado hasta allí sin remos; y ¿dónde estaban las lanzas de las cuales toda familia fueguina tiene un montón? Era evidente que los hombres de la partida las habían llevado en nuestro bote, y habían cortado nuestros remos como el que accidentalmente ellos habían dejado. Las mujeres comprendieron lo que nosotros queríamos, y nos hacían entusiastas señas para explicarnos donde había ido nuestro bote. No quería dañarlas, por lo que sólo nos llevamos nuestros aparejos, y al hombre joven, quien llegó de buena gana, para mostrarnos donde estaba nuestra embarcación, y, con el hombre que nos había traído hasta este lugar, se sentó en cuclillas en la embarcación, al parecer muy contento con unas ropas y gorros rojos, que les habíamos dado. Siempre nos habíamos comportado amablemente con los fueguinos dondequiera que nos encontráramos, y aún no sabía como tratarlos como lo merecían, aunque ellos nos habían robado un tesoro tan grande, de cuya recuperación o pérdida dependía en gran parte el éxito de nuestro viaje. Siguiendo las indicaciones de estos dos nativos, bogamos en contra del viento y la lluvia hasta el anochecer, cuando se hizo absolutamente necesario asegurar nuestro bote para la noche, muy cargado como estaba con trece personas. Como entonces estábamos a gran distancia del lugar, de donde trajimos a los indígenas, habiendo bogado por cuatro horas a lo largo de la costa, y como parecían estar bastante a gusto y contentos, no quise amarrar a nuestros guías como prisioneros, y les permití echarse al lado del fuego a cargo del hombre de guardia. Alrededor de una hora antes del amanecer, aunque el vigía estaba a sólo unas pocas yardas de distancia del fuego, se deslizaron en los arbustos, y como era casi de noche inmediatamente quedaron fuera de su vista. Su huida fue descubierta en seguida, pero buscarlos en la obscuridad, en un bosque espeso, habría sido inútil y además nuestros hombres estaban cansados con el trabajo del día, y querían descansar, así que no los interrumpí hasta que amaneció (8.-), cuando continuamos nuestra búsqueda en la dirección que los nativos habían indicado; pero después de examinar varias ensenadas sin encontrar ningún rastro de los fueguinos, nos apresuramos en regresar hacia las chozas que habíamos visitado el día anterior. Navegando cerca de la costa, una humareda se levantó de pronto desde una pequeña ensenada cercana a nosotros, en la que desembarcamos de inmediato, miramos todo el alrededor, pero sólo encontramos huellas de dos fueguinos, probablemente los fugitivos, que acababan de lograr encender fuego cuando nosotros pasábamos por allí. Esto demuestra lo rápido que encuentran los materiales para ese propósito, porque cuando nos dejaron, no tenían ni hierro, ni piedras de fuego (pirita), ni ningún tipo de yesca. Se habían llevado dos chaquetas impermeables que el Sr. Murray amablemente les había puesto encima para mantenerlos abrigados; aunque, tratado de la manera en que lo había sido últimamente, uno podría haber pensado que él no habría sido el primero en preocuparse por su comodidad. Menciono estos hechos para mostrar cual fue nuestra conducta con estos salvajes, y que no se ejerció crueldad sin motivo hacia ellos.
"Después de buscar a estos dos indígenas y las chaquetas del Sr, Murray, las cuales en ese momento los pudo proteger de enfermarse, regresamos a nuestra embarcación, y nos dirigimos camino a las chozas. En cuanto los presidiarios nos vieron, echaron a correr, y nosotros los perseguimos, tratando, en vano, de detenerlos. Decepcionados de la esperanza de obtener un guía, decidimos impedir que esta gente escapara lejos, y difundieran cualquiera información que pudiera obstaculizar la recuperación de nuestro bote, lo que esperábamos diariamente: por lo tanto destruimos dos canoas y parte de una tercera, que los nativos estaban construyendo, y quemamos todos los materiales que podrían serles útiles para construir otra canoa.
"9.- Al día siguiente, fuimos directamente hasta el cabo Desolación cruzando la bahía, contra un viento regular: bogando por turnos, la embarcación avanzó rápido sobre el agua, y entrada la noche llegamos a la ensenada de la que los ladrones habían partido la primera vez, cuando robaron el bote; pero ningún rastro de que hubiesen estado allí de nuevo, fueron encontrados. Pensé que era probable que ellos volvieran para ver qué había sido de nuestro grupo, y si nuestra gente estaba lo suficientemente débil para saquearla de nuevo, o tal vez atacarlos.
"Esta idea resultó ser errada, desanduvimos (10.-) gran parte de nuestro rumbo anterior, porque la dirección señalada por los fueguinos que se nos escaparon parecía conducir al lugar que ahora nos dirigíamos, seno Courtney, y era una probable linea de acción a tomar por los ladrones. Durante la noche sopló un temporal desde el sur, el que aumentó al día siguiente (11.-) y se hizo más y más violento hasta la mañana del 12.-, cuando disminuyó.
"Continuamos nuestra búsqueda, sin embargo, a veces con la vela aferrada, a veces con los remos, y otras veces corriendo el temporal a palo seco. Aunque el viento era muy violento, demasiado fuerte para una vela aferrada (con cuatro rizos), el agua estaba demasiada limitada por las islas para levantarse como un mar, pero era soplada, como rociada, en todas direcciones. Este día el "Beagle"tuvo sus mastelerillos y las vergas más bajas arriadas, porque el temporal fue extremadamente fuerte donde ella estaba. El barómetro lo predijo muy bien, cayendo más de lo que yo había visto anteriormente, aunque el viento era del sur. En un fondeadero expuesto, no creo que ningún buque lo podría haber soportado, aunque el fondo hubiese sido bueno.
"12.- Esta mañana el tiempo estuvo mejor y mejorando rápidamente. Avanzamos mucho sin el menor éxito, y en la tarde gobernamos hacia el este nuevamente, para una tercera visita a la familia de los ladrones de la embarcación. Como ya era tarde cuando nos acercamos al lugar, desembarqué a la mitad del grupo y con el resto fuimos a reconocer el lugar. Después de una larga búsqueda descubrimos a los indios en una ensenada, a cierta distancia de la que habían estado el día anterior; habiendo comprobado este punto, echada una buena mirada al terreno y formados nuestros planes, regresamos donde nuestros compañeros y nos preparamos para sorprender a los nativos y hacerlos prisioneros. Mi deseo era rodearlos de improviso, y tomar tantos como fuera posible, mantenerlos como rehenes por la devolución del bote, o bien para hacerles que nos mostraran dónde estaba; y, mientras tanto era un objetivo evitar que alguno de ellos escapara para dar la alarma.
"13.- Si los hombres pertenecientes a la tribu habían regresado durante nuestra ausencia, era incierto, ya que no podíamos sin riesgo de ser descubiertos, acercarnos lo suficiente para averiguarlo; pero, para el caso que los encontráramos, íbamos armados, cada uno con una pistola o un fusil, un machete y un trozo de cuerda para amarrar a un prisionero. Desembarcamos a cierta distancia de la ensenada, y, dejando dos hombres con nuestra embarcación, nos deslizamos silenciosamente por entre los arbustos para rodearlos desde larga distancia, hasta que llegamos a la parte trasera de sus nuevas chozas; entonces cerramos gradualmente el círculo, llegamos sin ser descubiertos hasta casi el lugar, pero sus perros nos dejaron sin aliento, y todos a la vez corrieron hacia nosotros ladrando fuertemente. Continuar ocultándonos era imposible, por lo que nos precipitamos lo más rápido que pudimos a través de los arbustos. Al principio los indios comenzaron a huir, pero al escuchar nuestros gritos por ambos lados, algunos trataron de esconderse, poniéndose en cuclillas en la orilla de un arroyo. El primero de nuestro grupo, de apellido Elsmore, al saltar por sobre esta corriente, resbaló y cayó justo donde se ocultaban dos hombres y una mujer, que de inmediato lo atacaron, tratando de sujetarlo y golpearle su cerebro con piedras; y antes que nadie lo pudiese ayudar, había recibido varios fuertes golpes, y uno de sus ojos casi le fue destruido, por un peligroso golpe cerca de la sien. El Sr. Murray, al ver a este hombre en peligro, le disparó a uno de los fueguinos, que se tambaleó hacia atrás y dejó a Elsmore escapar, pero él mismo inmediatamente se recuperó, recogió piedras del lecho del arroyo, o le fueron proporcionadas por los otros que estaban cerca de él, y las lanzó con cada mano con asombrosa fuerza y precisión. La primera piedra golpeó al oficial de navegación con mucha fuerza, rompió el cuerno con pólvora que llevaba colgado del cuello, y casi lo tiró hacia atrás: y otras dos fueron lanzadas con tal precisión a las cabezas de los más cercanos a él, que apenas se salvaron de ser derribados. Todo esto pasó en pocos segundos, tan rápido fue él con cada mano, pero, pobre hombre, esa fue su última lucha; lamentablemente estaba herido de muerte, y, lanzando una piedra más, cayó contra la orilla y expiró. Después de alguna lucha, y unos cuantos golpes duros, aquellos que trataron de esconderse fueron capturados, pero varios que huyeron por la playa escaparon: las mujeres eran tan fuertes y robustas, que yo, con una, sin tener idea de que era una mujer, cuyos brazos yo y mi timonel tratábamos de sujetar, hasta que escuché a alguno decirlo así. La mujer más vieja de la tribu era tan fuerte, que dos de los hombres más fornidos de nuestro grupo apenas pudieron sacarla de debajo de la orilla del arroyo. El hombre al que se le disparó era uno de aquellos que había tomado como guía del bote, y el otro estaba entre los prisioneros. Las chaquetas del Sr. Murray fueron encontradas en las chozas divididas en pedazos para colocarlos encima de los hombros. Embarcamos los indios (dos hombres, tres mujeres y seis niños) y regresamos al lugar donde habíamos pasado la noche anterior. Uno de los hombres que escapó era un tuerto que habíamos visto anteriormente, era el más activo de todos y pronto estuvo fuera de nuestro alcance. Dos o tres escaparon con él, a los que no vi con claridad.
"Que se hubiese perdido una vida en la lucha, lo lamenté profundamente, pero si el fueguino no hubiese recibido el disparo en ese momento, su próximo golpe podría haber matado a Elsmore, que estaba casi bajo el agua, y medio aturdido, y ya apenas podía luchar, cuando sintió que el agarre del hombre se relajaba. Cuando estuvieron bien embarcados y antes que nosotros les hiciéramos ninguna pregunta, los nativos parecían estar muy ansiosos por decirnos donde estaba nuestra embarcación; pero apuntaban en una dirección totalmente opuesta a la que nos habían indicado previamente. Los vigilamos cuidadosamente toda la noche, y a la mañana siguiente (14.-) comenzamos nuestro regreso hacia el "Beagle", con veintidós almas en la embarcación. Mi objetivo era, ponerlos en condiciones de seguridad a bordo, recorrer la costa con la nave hasta un puerto más hacia el este, y entonces iniciar una nueva búsqueda, llevando algunos de mis prisioneros como guías, y dejando al resto a bordo para garantizar que los primeros permanecieran, y no nos engañaran. Hicimos un avance aceptable, considerando que el bote estaba tan sobrecargado, y el día 15.- llegamos al "Beagle" con nuestra carga viviente. En el camino nos encontramos con una familia de nativos, cuya choza y canoa revisamos, no encontrando nada de nuestra propiedad, los dejamos no solo sin molestarlos, sino que les dimos unas pocas cosas, las cuales a sus ojos eran valiosas.
"Esta conducta pareció sorprender a nuestros prisioneros, que, por lo que pudimos ver, recibieron una sana lección, de ayuda, de los extranjeros. En todo caso, cuando se separaron, nuestros pasajeros estaban tan descontentos como alegres los otros. Cuando llegamos a bordo, alimentamos a nuestros prisioneros con manteca de cerdo y mariscos, lo que les gustaba más que cualquier otra cosa, y los vestimos con mantas viejas (Después nos pareció que habíamos tomado las familias de los mismísimos hombres que le robaron el bote al Sr. Murray).
"A la mañana siguiente (16.-) levamos y navegamos a lo largo de la costa hacia el cabo Castlereagh, en el lado este de bahía Desolación. Muchas rocas dispersas e islotes rocosos vimos cercanos al cabo Desolación y en la bahía. En la tarde llegamos a una abertura estrecha, la que parecía la salida de un puerto cercano al cabo Castlereagh, y encontramos un muy buen fondeadero, muy apropiado para ambos propósitos de continuar el levantamiento y buscar el bote perdido.
"17.- El oficial de navegación y yo, con el cúter y una ballenera, partimos en una segunda persecución, llevando provisiones para una semana. En la primera ensenada en que busqué, a no más de dos millas del "Beagle", encontré un pedazo de la linea del escandallo del bote, la que había sido dejada en una choza abandonada recientemente. Esto aumentó nuestras esperanzas; y, además de las señas hechas por nuestros prisioneros, nos convencieron que estábamos en el camino correcto.
"Me llevé un joven como guía, y en el cúter el oficial de navegación llevó a las dos mujeres más corpulentas, dejando al resto de los prisioneros a bordo. Por lo que pudimos apreciar, ellos parecían entender perfectamente de que su seguridad y futura libertad dependía de que nos mostraran donde encontrar la embarcación.
"Deseando rodear las islas Stewart; y después de inspeccionar numerosas ensenadas, y encontrar señales que un grupo de nativos había pasado por la misma ruta dentro de los últimos dos días, nos detuvimos en un lugar protegido para pasar la noche. Después de haberle dado a nuestros prisioneros todos los alimentos que podían comer, choros, lapas y carne de cerdo, los dejamos descansar cerca del fuego, a los tres juntos. No los amarré, y tampoco creí necesario mantener una vigilancia especial, suponiendo que sus niños dejados en nuestro buque eran una garantía para las madres mucho más fuerte que una cuerda o cadena de hierro. Yo mismo tomé la guardia de vigilancia durante la primera parte de la noche, ya que los hombres estaban cansados por bogar todo el día, e incautamente permití que los fueguinos se tendieran entre la fogata y los arbustos, habiéndolos tapado confortablemente con mantas viejas y mi propio poncho, de manera que sus cuerpos estaban completamente ocultos. Cerca de la medianoche, mientras estaba en el lado opuesto del fuego, mirando los botes, de espaldas a los fueguinos, oí un murmullo, me volví, pero al ver el montón de mantas inmóviles, quedé tranquilo, y me incliné hacia el fuego para mirar el reloj. En ese momento, otro rumor, y los saltos y ladridos de mi perro, me dijeron que los nativos habían escapado. Sin embargo las mantas tenían el mismo aspecto, pues habían sido hábilmente apuntaladas con arbustos. Todo nuestro grupo comenzó inmediatamente su búsqueda, pero como la noche estaba muy obscura, y el bosque cercano a nosotros era muy tupido, nuestros esfuerzos fueron en vano.
"Convencidos de que no podíamos estar lejos del lugar donde los nativos suponían que estaba nuestro bote, pensé que ellos irían directamente a avisar a su gente de nuestra presencia, y como la isla era angosta, pero larga, una corta caminata los llevaría hacia la parte que nos habían señalado, mientras que a una embarcación le tomaría un tiempo considerable ir hasta allí; por lo tanto decidí inmediatamente continuar la búsqueda en esa dirección, dejando al oficial de navegación para que examinara cada lugar cercano a nuestras carpas.
"En la tarde del mismo día regresé, habiendo recorrido una larga extensión de la costa sin encontrar una salida hacia el mar, o cualquier rastro del bote perdido. Mientras tanto el Sr. Murray había buscado en cada lugar cercano a nuestro campamento sin éxito, pero encontró el lugar en que los fueguinos se habían escondido durante la noche, en la base de un árbol grande, a sólo una docena de yardas de nuestra fogata.
"Como era posible que los ladrones hubiesen regresado al lugar de donde habíamos capturado a los nativos, decidí que el oficial de navegación cruzara el seno y fuera hasta allí y luego regresara a reunirse conmigo, mientras yo continuaría buscando hacia el este. Con un viento regular hice un buen avance esa noche, encontré un canalizo que se abría hacia el mar (Canal Adventure), y una choza recién abandonada. Esto fue motivo de esperanza, y viendo, más allá del canalizo, algunas islas grandes que se extendían hacia el mar más allá de lo que habíamos recorrido, me pareció probable que nuestro bote podría haber sido llevado hacia allá para cazar focas. Nuestros prisioneros nos habían dado a entender con suficiente claridad que ese era el objetivo de los que nos habían robado, y esas remotas islas eran las más probables de ser visitadas, puesto que en ellas se encuentran la mayoría de las focas.
"Al día siguiente (19.-) pasando por la islas Gilbert, en una ensenada encontramos señas recientes de los nativos, por lo que estaba seguro de su captura en el transcurso del día. Cuando los fueguinos paran en cualquier parte, por lo general cortan algunos árboles, para reparar sus canoas o cubrir sus chozas, pero aquellos cuyas huellas seguíamos, habían hecho largos viajes sin parar; y, en aquellos en que estuvieron, no cortaron árboles, lo cual fue una de las razones para suponer que ellos eran el grupo de nuestro bote. En el transcurso del día bogamos hasta casi las islas (Islas Gilbert), buscando en cada ensenada.
"El día 20, descubrimos tres pequeñas canoas con sus dueños en una ensenada (Ensenada Doris), todos los hombres huyeron, excepto dos. Como vimos que no había más personas que las necesarias para las canoas, no tratamos de capturarlos, sabiendo que estos no podían ser del grupo que estábamos buscando. Ahora habíamos examinado todos los rincones y esquinas de estas islas, y empecé a abandonar toda esperanza de encontrar nuestro bote en esta dirección. No teniendo una pista que me guiara más lejos, y el mucho tiempo perdido, muy a mi pesar decidí regresar al "Beagle". Nuestra única esperanza restante era que el oficial de navegación hubiese encontrado la embarcación, pero era muy débil.
"21.- Todo este día estuvimos bogando hacia el oeste, para llegar al "Beagle". Al anochecer me reuní con el Sr. Murray, con el cúter, en la ensenada que habíamos programado un randezvous. No había encontrado ningún signo del bote en la orilla opuesta, y por lo tanto había regresado; pero el vio a la gente que había escapado de nosotros cuando sorprendimos a toda la familia. Huyeron tan pronto como vieron su embarcación. Dejó, por lo tanto, tres hombres para buscar entre los arbustos, y él se hizo a la mar en el bote; y la estratagema funcionó lo suficiente para permitir que nuestros hombres estuvieran muy cerca de los nativos, pero no pudieron coger a ninguno de ellos. Un anciano con mucho estrabismo, y que en otros aspectos respondía exactamente a la descripción de uno de los fueguinos que maltrató a algunos de los tripulantes del "Saxe Cobourg", cuando fueron arrojados en puerto Furia. Me habría gustado capturarlo, pero estuvo siempre alerta, y fue demasiado ágil para nuestros hombres. En su canoa, que fue tomada, se encontró una manga de la chaqueta impermeable del Sr. Murray, una prueba que estas personas pertenecían a la tribu de los que habían robado la embarcación. La canoa era una cosa terriblemente parchada, evidentemente hechos con mucha prisa.
"A la mañana siguiente (22.-) el oficial de navegación y yo iniciamos nuestro regreso al "Beagle", pero al ver una gran humareda en la orilla opuesta, en seno Ladones, pensé que debería haber sido hecha por los delincuentes, quienes, habiendo regresado encontraron su hogar deshabitado y estaban haciendo señales para descubrir donde se había ido su familia; envié al cúter a bordo y yo bogué a través del seno hacia el humo. Como la distancia era larga, y el viento regular contra nosotros, llegamos atrasados; todavía el humo se elevaba densamente como siempre, lo que aumentó nuestras expectativas al máximo: -pero, para nuestra decepción, ninguna criatura viviente se veía cerca del fuego, ni encontramos ningún rastro de los nativos. El fuego debe haber sido encendido en la mañana, y como el tiempo estuvo seco, había continuado quemándose todo día.
"Estábamos entonces exactamente como siempre respecto a la pérdida, porque probablemente (si este era el grupo) nos habían visto, y estarían, en el futuro, doblemente vigilantes. En un primer momento tuvimos la oportunidad de encontrarlos por sorpresa, pero el tiempo para ello había pasado; cada canoa en el seno había sido inspeccionada, y todos sus habitantes sabían bien lo que estábamos buscando.
"Sopló muy fuerte, y ya era demasiado tarde, para volver a cruzar el seno Balleneros esa noche, así que subí a una altura para mirar alrededor. A la mañana siguiente (23.-) registramos de nuevo muchas millas de la costa del seno Ladrones sin éxito alguno, y después navegamos hacia puerto Stewart. Llegamos al "Beagle" en la noche, pero encontramos que todos los demás presos, excepto tres niños, habían escapado nadando hacia la playa durante la noche anterior. Así, después de mucho trabajo y ansiedad, un tiempo muy valioso perdido y una hermosa embarcación de su clase como nunca se había visto nos había sido robada por estos salvajes, me encontré con tres jóvenes niños que cuidar, y sin posibilidad alguna de recuperar el bote. Fue un trabajo muy duro para las tripulaciones de las embarcaciones, ya que durante los primeros diez días tuvimos un tiempo de lluvia incesante, con temporales de viento, y aunque los últimos días habían sido extraordinariamente buenos, el esfuerzo de los hombres bogando entre las ensenadas, y subiendo colinas, había sido extremadamente fatigoso.
"Mientras duró el mal tiempo, la ropa de los hombres rara vez estuvo seca, tanto de día como de noche. Frecuentemente estaban empapados por la lluvia durante la mayor parte del día, y en la noche no estaban en mejores condiciones, pues aunque una fogata (cuando se hacían) podía secar un lado, el otro rápidamente se mojaba. Obligados, como estábamos, en armar nuestras pequeñas carpas junto al agua para estar cerca de nuestra embarcación, y porque cualquier otro lugar era rocoso o cubierto por un bosque; fuimos en más de una oportunidad despertados de un sueño profundo al encontrarnos que estábamos tendidos parcialmente en el agua, la marea nocturna había subido muy por encima de la del día anterior; a pesar que las mareas deberían haber disminuido en este tiempo.
"A veces encontramos una dificultad extrema en encender fuego, porque todo estaba saturado de humedad, y pasábamos horas tratando en vano de hacerlo, mientras todos temblábamos de frío, sin un refugio contra la lluvia que caía, y después de haber estado hacinados en un pequeño bote durante todo el día.
"En seno Courtenay vi muchos nidos de cormoranes entre las ramas de los árboles cercanos al agua; hasta entonces, tenía entendido que estas aves generalmente, si no siempre, construían sus nidos en el suelo o en los acantilados.
"Ciertamente habíamos gastado mucho tiempo en esta búsqueda, sin embargo, no debe considerarse como completamente perdido. El Sr. Stokes había estado trabajando muy duro durante mi ausencia, elaborando planos de los puertos y haciendo observaciones, y estoy feliz de decir, que tenía motivos para depositar gran confianza en su trabajo, porque él siempre lo había tomado con el mayor esmero y había sido lo más cuidadoso. Mis andanzas me habían mostrado que desde la aparente línea de la costa hasta la base de las montañas nevadas, que corren hacia el este desde el canal Bárbara, hay mucho más agua que tierra y que un gran número de islas, situadas muy juntas, forman la aparente costa continua; dentro de la cual un canalizo como un aparente amplio seno se extiende, formando bahías y golfos, en los cuales islas, islotes, rocas y rompientes, son muy numerosos. Estas aguas lavan los pies de una cadena nevada que forma una barrera continua desde el canal Bárbara hasta el estrecho Le Maire. Este crucero también me dio una visión más clara del carácter real de los fueguinos, que el que había adquirido por otros medios, y nos dio a todos una severa advertencia que podría sernos muy útil en un día futuro, cuando tribus más numerosas no se contentasen con sólo una embarcación. Considerando la extensión de la costa que ya habíamos examinado, deberíamos estar agradecidos de no haber experimentado otro desastre de cualquier tipo, y por haber tenido los medios para reemplazar esta pérdida.
"Me convencí de que mientras fuésemos ignorantes del lenguaje fueguino, y los nativos fuesen igualmente ignorantes del nuestro, no sabríamos nunca mucho acerca de ellos, o del interior de su país, no habría la menor posibilidad de elevar un solo paso el bajo nivel de estima en que nosotros los tenemos. Sus palabras parecían ser cortas, pero tenían muchos significados, y su pronunciación era dura y gutural.
"Puerto Stewart, en el cual el "Beagle" permaneció durante el último crucero de las embarcaciones, probó ser bueno, y, teniendo tres salidas, se podía entrar o salir con cualquier viento, y sin emplear las espías. La madera y el agua son tan abundantes como en los otros puertos fueguinos, y puede ser reconocido fácilmente por la notable apariencia del cabo Castlereagh, el cual está en la isla que protege el fondeadero de los vientos y mar del SO. Las salidas son estrechas, y sólo pueden navegarse con viento favorable, pero si una no sirve, la otra sí lo será. Debería tenerse en cuenta, que hay dos rocas casi en el centro del puerto, que son cubiertas por la alta marea. Una mar gruesa se encuentra generalmente fuera, debido a las aguas relativamente poco profundas, de las que hay sondajes hasta unas tres millas del cabo. En las entradas hay desde diez a veinte brazas, por lo tanto, si el viento impidiera moverse o fallara, podría fondearse en cualquier momento.
"En mi última búsqueda entre las islas Gilbert, encontré un buen puerto para las naves, convenientemente situado para continuar el levantamiento, en un lugar que de otra manera lo habría pasado por alto: a ese puerto decidí dirigirnos.
"Por dos millas hacia el este de puerto Stewart, la costa se proyecta, y es rocosa y quebrada, luego se retira formando una gran bahía, en la cual están las islas Gilbert, y muchos islotes rocosos. Pasamos entre las islas Gilbert y Stewart, fondeando al mediodía en un punto situado en la entrada oeste del canal, y por la tarde movimos el "Beagle" a caleta Doris donde lo amarramos.
"Había decidido construir otra embarcación lo más rápidamente posible, por lo que encontré que lo mejor era fondear la nave en un lugar seguro y después trabajar con los botes en cada lado, por eso que era tan necesario otro de calidad. Nuestro cúter requiere demasiados hombres, y no es ni muy maniobrable, ni tan bueno para navegar de barlovento como la ballenera; y nuestro serení era solo apto para el servicio de puerto. El clima en esta costa era generalmente tan brumoso y ventoso, que no permitía observaciones exactas mientras la nave estaba navegando; el solo oleaje era demasiado grande como para permitir tomar una demarcación dentro de seis u ocho grados; y el sol rara vez lo veíamos. Si hubiésemos sido atrapados por uno de los frecuentes temporales, podríamos haber sido arrastrados tan lejos hacia el este que no sé cuanto tiempo habríamos perdido en el intento de recuperar nuestra posición. Estas costas, que se componen de islas, permiten a los botes ir a grandes distancias con seguridad, y, desde las alturas cerca del mar se pueden ver los islotes y rompientes, y sus lugares determinados, posiblemente mucho mejor que hacerlo desde el mar. Para la construcción de un nuevo bote, teníamos todos los materiales a bordo, excepto tablones preparados.y para ello cortamos un palo de repuesto, destinado a reemplazar un mástil inferior defectuoso o dañado o el bauprés. De mala gana este excelente palo, que había sido el mástil de la "Doris", fue condenado a los dientes de la sierra, pero estaba seguro que la embarcación que el Sr. May produciría de el, sería muy útil en cualquiera parte del mundo, y que para nuestro viaje era indispensable.
"Aprovechando un día despejado, fui a una altura en la vecindad, desde donde pude ver a gran distancia costa adentro, así como a lo largo del litoral y tuve una vista del monte Sarmiento. Mientras estuve ausente del "Beagle", en la búsqueda del bote perdido, habíamos disfrutado de cuatro días seguidos de buen tiempo, durante los cuales esta noble montaña había sido vista a menudo por nuestro grupo. La demarcación astronómica de su cumbre fue muy útil para la conexión del levantamiento de este litoral con la del estrecho de Magallanes.
"25.- y 26.- El Sr. Murray fue a la parte SO de la isla, llevando provisiones para tres días. El Sr. Stokes y yo nos ocupamos cerca del barco, mientras que todo hombre que podía utilizar una herramienta de carpintero estaba ocupado en la preparación de materiales para nuestra nueva embarcación. La roca cercana aquí es jade,la que tiene muchas vetas de pirita. Muestras fueron depositadas en el museo de la Sociedad Geológica.
"28.- Viramos, nos movimos con espías a barlovento, y navegamos el paso Adventure. Estaba muy deseoso por llegar al seno Christmas, porque me parecía una buena ubicación para el "Beagle" mientras los botes podían ir al este y al oeste de él y se podría construir la nueva embarcación. Navegando a lo largo de la costa, con un viento regular, pronto vimos el Monasterio de York y en la noche entramos al seno Christmas y fondeamos en el mismo lugar en que lo hizo el "Adventure" cuando Cook estuvo aquí. Su croquis del seno y la descripción del Monasterio de York, son muy buenas, y suficientes para guiar a un buque hasta el punto de fondeo. Imagino que la parte alta del Monasterio se debe haber desmoronado desde que él la vio, pues ahora no se parecía a "dos torres", pero tenía una irregular cumbre partida. Fue una satisfacción encontrarnos fondeados en este lugar en febrero, no obstante los irritantes retrasos que tantas veces habíamos experimentado.
"Como no habíamos examinado suficientemente la costa entre este seno y las islas Gilbert, me propuse enviar allí al Sr.Murray en el cúter, mientras yo iría hacia el este, durante este tiempo nuestro nuevo bote estaría terminado.
"1 de marzo.- Esta mañana fui a buscar un mejor fondeadero para nuestra nave, porque en el que estábamos era más bien expuesto y muy pequeño. Ni ensenada Pickersgill, ni puerto Clerke eran adecuados, así es que busqué más lejos y encontré otro puerto, más cerca del Monasterio de York, de más fácil acceso para una nave que recale desde el mar y con una ensenada en una esquina en la cual una nave podía permanecer segura, cercano a un lugar boscoso. Habiendo sondado el puerto, regresé a mover nuestra nave. Cook dice, hablando de puerto Clerke: "al sur de esta entrada hay otra, que no inspeccioné", y dentro de esa entrada, de nombre puerto March, el "Beagle" se preparaba para ir, pero antes de que pudiéramos virar y maniobrar a barlovento, el tiempo se descompuso, lo que hizo nuestra travesía por el extremo NO de la isla Shag bastante difícil, ya que tuvimos que lidiar con chubascos, lluvia y un paso estrecho entre rocas. El paso entre la isla Waterman y el extremo sur de la isla Shag es más amplio, pero hay una roca cerca del medio que aún no había sido examinado. Nos movimos hasta la parte mas interior del puerto, y nos amarramos cerca de un lugar boscoso, en la ensenada más protegida. Encontrando que este era un lugar muy conveniente para construir nuestro bote, y bajo todo punto de vista un buen lugar para pasar parte del mes de marzo, por lo que decidí mantener el "Beagle" aquí con ese propósito. Este puerto podría ser útil para otras naves, su ubicación estaba bien señalizada por el Monasterio de York (uno de los promontorios más notables de la costa) y proporcionaba madera y agua con tan pocos problemas como en cualquier lugar en que el "Beagle" había fondeado.
"2 de marzo.- El oficial de navegación partió en el cúter grande, con provisiones para quince días, a examinar la costa entre la parte norte del seno Christmas y la punta Alikhoolip, cerca de donde pasamos el día 28, sin ver mucho de ella. Con el clima moderado y un poco de sol, podría esperarse que regresase en una semana o diez días. Llevaba un cronómetro y otros instrumentos necesarios. Dos de los tres niños, abandonados por su madre en puerto Stewart, los envié con el Sr. Murray, para ser dejados con cualquier fueguino que encontrara más hacia el oeste, desde donde pronto encontrarían a sus amigos. El tercero, que tendría unos ocho años, estaba aún con nosotros; ella parecía estar feliz y saludable, por lo que decidí mantenerla como rehén por el bote robado, y tratar de enseñarle inglés. El teniente Kempe construyó una casa temporal para los carpinteros, y otros trabajadores, cerca del buque y del lugar elegido para las observaciones, de manera que todo nuestro establecimiento quedara junto. La mayor parte de los materiales para la embarcación ya estaban preparados, por lo que no esperábamos que su construcción fuera muy larga, bajo la capaz dirección y asistencia del Sr. May.
"3.- Algunos fueguinos en una canoa se acercaron a nosotros esta mañana, parecían deseosos de subir a bordo. No tenía ningún deseo de su compañía, y lamenté que nos hubiesen encontrado, porque era de esperar que ahora nos visitaran diariamente tanto de día como de noche, y nos robaran todo lo que dejáramos a su alcance. Habiéndoles hecho señas de que nos dejaran, sin resultado, envié al Sr. Wilson a ahuyentarlos y disparar su pistola por sobre sus cabezas para asustarlos. Entonces se fueron, pero sólo hasta alrededor de un punto cercano al buque; así que envié un bote nuevamente para sacarlos del puerto y disuadirlos de que nos hicieran otra visita. Refleccionando, mientras el Sr. Wilson los seguía, que si uno de esos nativos estuviese a bordo, habría una posibilidad de que aprendiera suficiente inglés para que fuera un intérprete, y por este medio pudiésemos recuperar nuestro bote perdido, por lo que decidí embarcar al hombre más joven, porque él, con toda probabilidad, tendría lazos menos fuertes que lo unieran a su pueblo que otros más mayores, y que podrían tener familias. Con estas ideas fui hasta ellos y colocando su canoa al costado de mi bote, le dije a un joven que entrara en ella, así lo hizo, muy despreocupadamente, y se sentó, al parecer contento y satisfecho. Los otros no dijeron nada, ni a mí ni a él, y se fueron remando fuera del puerto tan rápido como podían. Ellos parecían pertenecer a la misma tribu de los que habíamos visto la última vez.
"4.- Esta tarde, se puso la quilla de nuestro bote, y sus cuadernas fueron colocadas. Fuegia Basket (así llamada en recuerdo de la canasta parecida a una canoa por la que nos enteramos de la pérdida de nuestro bote) le contó a "York Minster" (el hombre que saqué de su canoa) toda su historia, en algunas partes él se rió a carcajadas. Fuegia, limpia y vestida, había mejorado mucho su aspecto. Ya era la favorita del entrepuente, y parecía estar muy contenta. York Minster al principio estuvo hosco, aunque su apetito no decayó; y todo lo que recibía mas que lo que podía comer, lo guardaba en un rincón, pero tan pronto como estuvo bien limpio y vestido, y se le permitió ir donde quisiera dentro del buque, se volvió mucho más alegre.
"En cabo Castlereagh y en los cerros de caleta Doris en la isla Gilbert, la roca parecía contener mucho metal, como que pasé la mayor parte de un día en cansadores experimentos con fragmentos de ella, con un soplete y mercurio. Golpeando y lavando separé aproximadamente una cucharada de té llena de metal desde un fragmento de roca (tomada al azar) del tamaño de una taza pequeña. Con cuidado puse el polvo, con otras muestras de roca - pensando que algunas de estas estériles montañas podrían ser ricas en metales. Lo que no estaría de acuerdo con la mayoría de otras partes del mundo donde la región de islas montañosas que componen el archipiélago de la Tierra del Fuego están condenadas a una inutilidad tanto interna como externa. Por la naturaleza del clima, la agricultura rara vez podría tener éxito; y tal vez tampoco cuadrúpedos aptos para el uso del hombre, excepto cabras y perros, que podrían prosperar; en lo externo, la tierra no es apta para el uso del hombre civilizado. En unos pocos años, sus costas no tendrán focas, y entonces, ¿qué beneficio se podrá obtener de ellas? - a no ser que comprueben ser ricas internamente, no en oro o plata, pero tal vez en cobre, hierro u otros metales.
"5.- Este día todo el personal se puso con ración completa, nuestros ahorros desde el zarpe de San Carlos aseguraban que el stock de provisiones duraría más que el tiempo asignado para el resto de nuestra solitaria travesía.
"Mediante el uso de sustitutos de los zapatos de los hombres, hechos de cuero de focas, conseguimos lo suficiente para que duraran tanto como queríamos. Nunca he mencionado la situación de nuestra lista de enfermos, porque era siempre muy insignificante Ha habido muy poco trabajo para el departamento de cirujano, nada verdaderamente importante, desde que el Sr. Murray se dislocó el hombro.
"El promontorio del Monasterio de York es un acantilado rocoso negro de forma irregular, de ochocientos pies de alto, que sale del mar casi perpendicularmente. Es casi el más alto así como la parte más saliente de la tierra del seno Christmas, la cual, en general, no es tan alta como la que está más al oeste, pero es más estéril. Prevalece el granito, y no pude encontrar piedra arenisca. Viniendo desde el oeste, pensamos que los cerros de esta parte eran insignificantes, pero Cook, viniendo del Mar del Sur, los llamó "alto y salvaje". Si hubiera venido de la tierra cercana al Canal Bárbara, donde las montañas son mucho más altas, habría hablado más fuerte de la apariencia salvaje y desagradable de la costa.
"6.- Durante la pasada noche sopló muy fuerte, haciendo que nuestra nave tirara sus cables con inusual violencia, aunque teníamos un buen ambiente exterior, y el agua estaba perfectamente llana. Vimos que nuestra ancla de estribor había garreado alguna distancia, por lo que la viramos y descubrimos que su cepo había sido roto, por una roca, que estaba en medio del buen fondeadero, y donde había agarrado el ancla. La habíamos obtenido en San Carlos de un bergantín mercante, pero como era muy liviana para nuestro buque, había sido rodeada con cadenas para darle peso: su lugar lo tomó el ancla de respeto obtenida de una fragata, bien hecha y bien tratada, que habíamos adquirido en Valparaíso (anteriormente había pertenecido al HMS "Doris" que fue desmantelado en Valparaíso, por inservible). Durante el cambio de fondeadero, la pequeña cadena de proa se había enredado tan firme alrededor de otra roca que por varias horas no pudimos zafarla. Estas rocas son muy traicioneras y difíciles de detectar, salvo que se barra el fondo con un cabo y pesos. Unos chubascos muy fuertes, con relámpagos y truenos, pasaron sobre el buque esta tarde, haciendo bajar el simpiesómetro más de lo que jamás había presenciado. Siguieron lluvias muy intensas.
"8.- En la mañana estaba en un cerro tomando ángulos, cuando una humareda grande fue hecha por los nativos en un punto situado a la entrada del puerto; y a mi regreso a bordo de la nave, me enteré que habían visto dos canoas, las que parecían estar llenas de gentes. Suponiendo que eran extraños, fui en un pequeño bote con dos hombres a verlos, y averiguar si poseían alguna cosa obtenida de nuestra perdida ballenera, porque pensé que era probable que ella hubiese sido llevada a lo largo de la costa hacia el este, para eludir nuestra búsqueda. Los encontré en una ensenada muy cerca de donde nuestros carpinteros estaban trabajando. Acababan de desembarcar y estaban cortando ramas de los árboles. Me sorprendió ver un grupo tan grande, cerca de catorce en total, todos los cuales parecían ser hombres, excepto dos mujeres que estaban cuidando las canoas. Querían que fuera hacia ellos, pero permanecí a cierta distancia, levantando unos trozos de hierro y cuchillos, para inducirlos a que ellos vinieran hacia mí, porque en el agua éramos menos desiguales. Se fueron poniendo más audaces y amenazantes a su manera, y creo que habrían tratado de apoderarse de mí y del bote, si no hubiese llegado a la ensenada el teniente Kempe con seis hombre en el cúter, sus maneras cambiaron radicalmente y comenzaron a consultarse entre ellos. Estaban en ese momento en una roca que se eleva abruptamente del agua, y las canoas que yo quería revisar, estaban al pie de la roca. Bajo estas desventajas locales, no podía proseguir sin armas, porque ellos tenían piedras, hondas y lanzas, listas en sus manos. El teniente Kempe y yo regresamos a bordo en búsqueda de más hombres, porque decidí sacarlos del puerto, pues me pareció absolutamente necesario. Ya que ellos o sus compatriotas, nos habían robado una embarcación, y habían puesto en peligro la vida de varias personas y si hubiesen sido autorizados a permanecer cerca de nosotros, la pérdida de parte del otro bote que estaba ya construido podría haber seguido, además de muchas cosas que pertenecían a los carpinteros y al armero, que ellos utilizaban a diario en tierra.
"Otro motivo para inspeccionar las canoas, surgió al ver tantos hombres sin mujeres, por lo que concluí que algunos de los ladrones de la ballenera estaban entre ellos, quienes, habiendo visto que nuestro cúter iba hacia el oeste lleno de gente, pudieron suponer que no quedaban muchos a bordo; la tripulación de un bote, quizás imaginaron había quedado en una isla, y otra en búsqueda de ellos. Habían visto hasta entonces en sus costas sólo buques mercantes y juzgaron el número de tripulantes por estos, por lo que pudieron pensar que no podían haber muchas personas a bordo, y que el buque sería fácil de tomar. En todo caso, venían preparados para la guerra, estaban muy pintados, usaban bandas blancas en sus cabezas, llevaban sus hondas y lanzas y habían dejado todos sus niños y perros con la mayoría de las mujeres, en otro lugar.
"Dos botes fueron tripulados y armados, fui con el teniente Kempe y el Sr. Wilson a perseguir a los fueguinos, que estaban bogando hacia otra parte del puerto. Al ver acercarse nuestros botes, desembarcaron y subieron a la cima de una roca, dejando las canoas debajo con las dos mujeres. Por su actitud vi que estaban dispuestos a ser hostiles, y por lo tanto, nos acercamos lentamente. Estando sus canoas a nuestro alcance, le dije al proel que trajera una a nuestro costado para registrarla, pero tan pronto como su bichero la tocó, una lluvia de piedras de todos los tamaños se nos vino encima y un hombre fue derribado, aparentemente muerto, por el golpe en la sien de una gran piedra. Contestamos sus lanzamientos con nuestras armas de fuego, pero creo que sin darle a ninguno de ellos. Continuó el intercambio de piedras y balas hasta que el cúter vino en ayuda. Los fueguinos entonces se pusieron detrás de una roca, donde no los podíamos ver y se mantenían cerca. Tomamos sus canoas y encontramos en ellas algunas botellas (El Sr. Murray tenía algunas botellas de cerveza en su bote - además de aquellas de la ración de la tripulación) y parte del aparejo de nuestro perdido bote, los destruimos. El hombre de mi tripulación que fue derribado por una piedra estaba solo aturdido, y pronto se recuperó, pero el golpe fue muy grave y peligroso. No queriendo arriesgar con otro herido entre nuestros hombres, y no viendo ninguna ganancia, no desembarqué, aunque nuestro número era muy superior, y teníamos armas de fuego. Al parecer los salvajes sabían que tenían sólo dos alternativas escapar o morir, y que al tratar de capturarlos ellos con seguridad herirían a algunos de nuestro grupo con sus lanzas, piedras o sus largos cuchillos hechos de piezas de aros de hierro. Por lo tanto me quedé con el teniente Kempe, en el cúter, para observar sus movimientos, y envié a bordo mi bote con el hombre que había sido herido. Los fueguinos pudieron escapar separadamente a través de los arbustos y estuvieron rápidamente fuera de nuestra vista y alcance. Disparamos unos cuantos tiros para asustarlos, miramos su retirada por la parte superior de las áridas colinas y luego fuimos a ver sus chozas, que no deberían estar muy lejos, como yo pensaba, pero después de buscar sin éxito en todas las ensenadas, vimos una humareda en el lado opuesto del seno, en una de las islas Whittlebury, de modo que concluí que había sido encendido por el resto de la tribu, y siendo tarde, regresé a bordo.
"9.- Con la luz del día, la mañana siguiente, fui a buscar las chozas, en las islas Whittlebury, en el lado norte del seno; vimos su humo cuando estábamos a mitad del camino, pero no por mucho tiempo más. Los nativos probablemente nos vieron, y apagaron inmediatamente el fuego, conociendo bien la diferencia entre nuestro bote y sus propias canoas, y darse cuenta que veníamos de una parte del seno distante del punto en el cual ellos esperaban que apareciera su propia gente, y navegando con un viento regular que una canoa no podía intentar enfrentar. Las chozas estaban totalmente desiertas, y se habían llevado casi todas sus cosas, pero cerca de sus cabañas encontramos un trozo de "línea blanca del rey" muy nueva, por lo tanto nuestra embarcación había estado ahí (en el bote perdido había varias piezas de repuesto "línea blanca del rey", nuevas) o estas eran algunas de las personas que la robaron. Buscamos en vano a los últimos ocupantes de las cabañas, sólo encontramos sus perros, que también se habían escondido. Mirando alrededor en el otro lado de este islote, vimos dos canoas bogando alejándose de las islas, aunque soplaba un viento regular, y había una mar con oleaje considerable. Sabiendo, por el lugar en que estaban, y su rumbo, que eran los fugitivos de las chozas, los perseguimos y regresamos con ellos antes de que pudieran desembarcar, pero estando cerca de la playa, mientras amarrábamos una de las canoas, la otra escapó. De la que capturamos un hombre joven y una niña saltaron por la borda, abandonando a una anciana y a un niño, los que dejamos con el propósito de perseguir al muchacho; pero él nadaba tan rápido que pasó un cuarto de hora completo antes de que pudiésemos subirlo a nuestro bote. Habiéndolo capturado finalmente, perseguimos a los otros, pero todos habían desembarcado y escondido, por lo que regresamos cruzando el seno con nuestro cautivo. En nuestro camino vimos un humo en una ensenada de la isla Waterman, y sabiendo que había sido encendida por aquellos que se nos escaparon ayer, ya que no habían otros nativos allí, nos dirigimos a vela hacia ellos; pero los bribones nos vieron y apagaron el fuego. Cuando llegamos al lugar, sin embargo, encontramos dos chozas recién construidas, cubiertas con cortezas, de modo que habían pasado la noche después de la escaramuza. No dejé que nadie desembarcara, porque los fueguinos podrían estar acechándonos desde los arbustos, y podían ser demasiados para dos o tres de nosotros en la playa, por lo que dejé el lugar. Ellos podrían pensar que nos fuimos a buscar más botes, como en el encuentro anterior, y podrían regresar de inmediato a sus cuarteles, así acosándolos, esperaba liberarme de sus visitas mientras permaneciéramos en esta vecindad.
"La fortaleza física de estos salvajes es muy grande (York Minster es tan fuerte como dos de nuestros más fornidos hombres), la que sumada a su agilidad, tanto en tierra como en el agua y su rapidez en el ataque y defensa con piedras y palos, los hace difícil de enfrentar cuando están fuera de sus canoas. Son una raza fuerte y valiente, y luchan hasta el final, aunque en la forma de animales salvajes, hay que admitirlo, de otro modo no habría, cuando están excitados, desafiado a la tripulación entera de un bote un solo hombre tratando de matarlos, como yo lo he presenciado. La bondad hacia estos seres y el buen trato, es aún inútil, casi pienso, tanto por mi propia experiencia como por lo que he oído de su conducta con los barcos balleneros. Hasta que se pueda establecer un entendimiento mutuo, el miedo moral es el único medio por el cual se pueden mantener pacíficos. Como ven sólo naves cuando sus botes están lejos con pocas personas a bordo, su idea del poder de los europeos es muy pobre, y su temor a las armas de fuego no tan grande como podría imaginarse.
"Desde esta ensenada volvimos al "Beagle". Mi fueguino cautivo, a quien llamé "Boat Memory", parecía asustado, pero no abatido, comió enormemente y pronto se quedó dormido. La reunión entre él y York Minster fue muy tranquila, porque, al principio, parecieron no reconocerse o hablar entre ellos. Boat era el fueguino de mejor figura que había visto, y siendo joven y bien hecho, era una muestra muy favorable de su raza; York era uno de los hombres más fuertes que había observado entre ellos; pero la pequeña Fuegia era tan gruesa como alta: parecía tan alegre y feliz, que no pienso que hubiese querido abandonarnos. Tres nativos de Tierra del Fuego, los más adecuados para el propósito de instruirlos y para dar, como para recibir información, no podían, en mi opinión, haber sido encontrados.
"10.- Esta mañana, después de haber sido aseado y bien vestido, Boat parecía contento y tranquilo, y el estar juntos, mantuvo a York y a él más animados de lo que probablemente habrían estado de otra manera, porque rieron y trataron de hablar, imitando lo que se les decía. Fuegia pronto comenzó a aprender inglés, y decir varias cosas muy bien. Ella se reía y hablaba con sus compatriotas sin cesar. "12.- Algunas tardes, al anochecer, observé grandes vuelos de aves, del tipo petrel, rozando el mar (como las golondrinas), como si estuvieran cazando insectos. Estas aves eran negras, como del tamaño de la paloma del Cabo. Tratamos de cazar uno, pero sin éxito.










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