jueves, 1 de octubre de 2009

Volumen I Capítulo XXIII (Mayo a junio 1830) Páginas 438 - 462




Partimos en los botes - Encontramos guanacos - Angostura Murray - Hongos de abedul - Marea - Canal - Glaciares - Vista - Montañas - Cadena ininterrumpida - Canalizos - Buques a vapor - Jemmy Button - Puma - Nido - Accidente - Nativos - Diario de Murray - Cabo Graham - Cabo Kinnaird - Puerto Español - Bahía Valentín - Cabo Buen Suceso - Nativos - Isla Lennox - Estrecho de Le Maire - Bahía Buen Suceso - Accidente - Corrientes de marea - San Vicente - San Diego - Mareas - Sondajes - Costa noreste - San Sebastián - Reflecciones - Puerto Deseado - Monte Video - Santa Catalina - Río de Janeiro

"4.- El Sr. Stokes y yo cada uno comenzamos otro viaje en los botes, llevando cronómetros y los instrumentos necesarios. Él se dirigió hacia el norte, para llegar hasta al continente; yo me dirigí hacia el suroeste, para tomar el rumbo más directo hacia la comunicación entre la bahía Nassau y el paso o canal recién descubierto. Me sorprendió encontrar que la costa este de bahía Nassau se parece mucho a la costa de la patagonia (son capas de tierra sin roca), y que difieren completamente del carácter general de las costas e islas de Tierra del Fuego. Al atardecer, desembarcamos, y varamos nuestro bote en una playa de guijarros que se extendía varias millas, y al caminar unas pocas yardas tierra adentro vi las huellas de grandes pezuñas partidas, casi del tamaño de una vaca. Este descubrimiento dio respuesta a la pregunta sobre las pieles de guanaco y huesos encontrados entre los fueguinos, pero me hizo menos optimista de encontrar un paso hacia el norte hacia el interior del país. Encontramos mucha leña cerca de este lugar; y abundante pasto cubría una extensa llanura.
"5.- Desvaramos el bote y continuamos nuestro viaje a lo largo de la costa, encontrando bastantes bancos (tres a seis brazas por casi media milla), con una gruesa capa de sargazos, a través de los cuales era difícil forzar el bote. No habíamos avanzado mucho, cuando, rodeando una punta de tierra baja, vimos cuatro hermosos guanacos pastando cerca del agua. No parecían estar muy alarmados; pero se alejaron de nosotros detrás de una parte saliente de la costa, lo que impidió que les disparáramos. Parecían ser muchos más grandes que los que había visto cerca de puerto Deseado, en la costa patagónica, sus cuerpos eran mucho más corpulentos, y sus colas más largas y muy tupidas. Estas diferencias podrían ser el resultado natural de un clima diferente, porque el clima frío, con abundante comida y agua, probablemente habría aumentado su tamaño. No quise atrasarme, por ellos, esperando encontrarme con otros, continuamos adelante a lo largo de la costa. Estos animales estaban cerca de lo que en la carta aparece como bahía Windhond. En la tarde, estábamos de nuevo entre montañas rocosas y costas de aguas profundas, y fuimos tan afortunados que tuvimos un viento regular del SE, que nos hizo avanzar mucho antes de la noche. Vimos varias canoas, llenas de nativos, pero no nos colocamos a su lado para hablar con ellos, porque el tiempo era demasiado valioso.
"6.- Una mañana muy fría y con mucho viento, el que sopla contra nosotros, pero habíamos avanzado mucho más de lo que había esperado, con lo que nuestro bote demostró ser tan excelente, ya fuera a la vela o bogando, era tal como lo habíamos deseado. Esta noche acampamos cerca de la angostura Murray, pero nos cuidamos de no desembarcar hasta después que obscureciera, y cuidadosamente ocultar el fuego, de manera que nuestro descanso no fuera perturbado por las visitas de los fueguinos. Una buena vigilancia, por supuesto, fue mantenida por la guardia, y por mis dos perros, los que eran muy útiles en este sentido.
"7.- Poco después que zarpamos, vimos muchas canoas que nos perseguían, pero aunque ellos bogaban muy rápido en las aguas tranquilas, nuestra embarcación avanzaba demasiado rápido para que ellos tuvieran éxito en sus esfuerzos de hacer trueque con nostros o de satisfacer su curiosidad. La angostura Murray es el único paso hacia el canal largo que corre casi de este a oeste. Una fuerte corriente de marea se forma en él, el flujo viene del canal. En ambos lados la tierrra es más bien baja, subiendo rápidamente a colinas, detrás de las cuales hay montañas, las del lado oeste son más altas y cubiertas de nieve. Cuando nos detuvimos para cocinar y cenar, llegaron canoas de todas partes, trayendo abundante pescado para cambiar. Ninguno de los nativos tenía arma alguna, parecían ser de menor tamaño, y menos dispuestos a ser maliciosos, que los de la raza occidental. Su lenguaje parecía similar al de los indígenas que vimos en bahía Orange. Encontramos una choza muy grande, construida de manera sólida y un lugar mucho mejor para vivir que muchas de las cabañas que son llamadas casas en Chiloé. Creo que veinte hombres podrían estar de pie en ella, en un círculo; pero, probablemente, podría albergar unos treinta o cuarenta de estos fueguinos en el tiempo frío.
"Mientras nuestros hombres estaban haciendo una fogata y cocinando, entré en el bosque, pero encontré que era muy poco parecido a lo que nuestros ojos habían estado acostumbrados últimamente. Los árboles eran en su mayoría abedules, pero crecían altos y rectos. El suelo estaba seco y cubierto con hojas marchitas, que crujían cuando uno caminaba, mientras que, en otras partes por las que habíamos pasado últimamente, sonaba un chapoteo húmedo pues nuestras pisadas siempre habían encontrado tierra pantanosa, cuando no era roca. Estos fueguinos parecía que pensaban que las excrecencias que crecían en los árboles de abedul, como las bellotas de los robles, eran apetecidas y sabrosas. Nos ofrecieron varias, algunas tan grandes como una manzana y se mostraban sorprendidos de nuestro rechazo. La mayoría de ellos tenían una pequeña pieza de guanaco, o piel de foca sobre sus hombros o sus cuerpos, pero no lo suficiente para calentarlos; quizás no querían acercarse a desconocidos con su indumentaria de piel habitual, su primer impulso, al vernos, era ocultarla. Varios, a los que sorprendí en sus chozas, tenían grandes pieles alrededor de sus cuerpos, que ocultaron en cuanto me vieron. El pescado y el hongo del abedul deben ser su principal alimento, porque los mariscos son escasos y pequeños; pero ellos pescan una gran cantidad de un excelente pez de roca, que huele y que podría llamarse róbalo. La carne de guanaco la obtienen de vez en cuando, pero no en suficiente cantidad como para depender de ella como un artículo de subsistencia diaria.
"Dejando a los indígenas, navegamos hacia el brazo occidental del canal largo, y continuamos avanzando hacia el oeste, remando y a la vela, hasta el anochecer, cuando desembarcamos, sin ser vistos, pensábamos, y establecimos nuestro campamento para pasar la noche. Justo cuando habíamos atracado el bote, encendido un fuego y levantado nuestra carpa, una canoa entró en la ensenada, y otra, y otra a continuación, hasta que estuvimos rodeados de nativos. Sabiendo que teníamos que echarlos por la fuerza, o bien ser molestados por ellos toda la noche, de inmediato recogimos nuestras cosas, y les deseamos buenas noches. Más o menos unas tres millas hacia el oeste volvimos a desembarcar, y levantamos nuestra carpa en una ensenada, que nos dio un buen refugio durante la noche, sin ninguna interrupción. Tuvimos alta marea esta tarde a las cuatro (siendo el día de la luna llena), y la marea subió tres pies. El canal aquí, frente a la angostura, tiene unas tres millas de ancho; por su lado norte hay una ininterrumpida línea de altas montañas cubiertas de nieve hasta unos mil pies del agua. El lado sur es muy parecido, con montañas cubiertas de nieve, de manera que el canal está formado por el valle que se extiende entre dos cadenas paralelas de altas montañas.
"8.- Esta mañana heló muy fuertemente. Zarpamos a la salida del sol, con una buena brisa del este, por lo que recorrimos un largo trecho. El canal mantiene el mismo aspecto, y casi el mismo ancho; en el norte, las montañas continúan sin ningún tipo de abertura; pero unas pocas millas más lejos, vimos lo que parecía ser una. Pronto me di cuenta que había un canalizo que se dirigía hacia el oeste, y otro bastante al sur del oeste, el cual parecía abrirse hacia el mar. La brisa del este cesó, y le sucedió chubascos del NO , lo que no nos permitió avanzar mucho en la tarde; sin embargo antes del anochecer habíamos llegado al lugar en el que comenzaban los dos canales, nos detuvimos en una pequeña isla para pasar la noche. Poco después del anochecer, uno de los tripulantes del bote fue sobresaltado por dos grandes ojos que lo miraban fijamente, desde la espesa maleza, corrió hacia sus compañeros, diciendo que ¡había visto al ¡diablo! Una gran carcajada le contestó, seguida de un disparo hacia los arbustos, el que derribó un magnífico buho de orejas como cuerno.
"Al día siguiente, continuamos nuestra ruta hacia el oeste. No vimos nativos, aunque si algunas chozas, del tipo de techo redondeado. La choza más hacia el occidente del tipo en punta, o choza yapoo, estaba en el continente, cerca de la isla del Diablo, hecha con árboles pequeños, apilados en un círculo (las ramas y las raíces habían sido quitadas) con las puntas más pequeñas hacia arriba. La dotación del bote dijo que había sido una "casa de reunión" y quizás no estaban muy equivocados; para ser tan grande, y justo en lo que que se podría llamar un terreno neutral entre las dos tribus, no era improbable que hubiesen habido muchas reuniones allí, quizás muchas luchas. En la separación, o encuentro de los dos canales, hubo marea alta un cuarto para las cinco de la mañana, y el flujo venía desde el oeste, aproximadamente a un nudo; el reflujo tiraba hacia el oeste aproximadamente con la mitad de esa fuerza. Mucha madera a la deriva y grandes fragmentos de hielo eran transportados por ella. Entre algunas de las montañas, el hielo se extendía tan ampliamente que formaba inmensos glaciares, que miraban hacia el agua desde altos acantilados. Durante una maravillosa bonita y tranquila noche, la vista desde el lado de la fojata, en este estrecho canal, era deslumbrante, aunque limitada. Montañas muy empinadas con densos bosques nos rodeaban por tres lados, y enfrente, distante sólo unas pocas millas, se levantaba una inmensa barrera de montañas nevadas, sobre la cual la luna brillaba intensamente. El agua entre medio era tan cristalina, que su contorno podía ser trazado claramente en ella; pero el silencio sepulcral era a veces roto por masas de hielo que caían de los glaciares de enfrente, cuyo estruendo, y eco parecían las erupciones de un volcán lejano.
"10.-Esta mañana antes del amanecer, estábamos remando y cuando el sol estuvo lo suficientemente alto para observar, estábamos muchas millas hacia el oeste de nuestro lugar de descanso. Después de observar, mientras los hombres cocinaban, obtuve unas pocas demarcaciones y nos preparamos para regresar pues no pretendía ir más lejos hacia el oeste. Vi agua desde ese punto, más de veinte millas hacia el oeste (por el compás) y entonces mi vista era limitada por el giro del canal hacia el sur. En esas veinte millas no vimos la más mínima señal de que hubiese una abertura hacia el norte, una montaña seguía a otra montaña, en sucesión ininterrumpida. Tres cadenas de montañas, o cordilleras, se podían localizar, corriendo paralelas unas con otras; y las más cercanas cumbres en la tercera, o más lejana cordillera, que se extendía al norte y al este de mí, continuando, tan lejos como alcanzaba la vista, hacia el norte y el oeste, distante por lo menos unas cinco leguas. Su altura la supuse más o menos en unos cuatro mil pies, y aquella más cercana a mí, en unos dos mil; y aquellos en la cordillera del medio, mencionada justo ahora, cerca de tres mil. A la distancia, el canal parecía que tendía hacia el sur del oeste, y allí los costados de las montañas parecían estar muy descubiertos, y azotados por el viento, mientras que cerca de mí estaban cubiertos de bosques. Esto me llevó a la conclusión que más lejos hacia el oeste estaban abiertos a los vientos del mar y que allí el canal terminaba. Por las observaciones, encontré que estábamos (en la longitud 69,20° O) casi en la longitud del seno Christmas, y en la latitud 54° 54' S., estando por lo tanto veinte millas al sur del fin del seno Almirantazgo, pero considerablemente hacia el oeste del mismo. Esta posición, las demarcaciones, y las distancias estimadas, me mostraron que el otro brazo de este largo canal se abría cerca del lugar donde el Sr. Murray dijo (cerca de la cabeza del seno Christmas) que un "canal, corría hace el este, más allá del alcance de la vista", y que la rama en la que me encontraba debería dirigirse hacia la bahía o seno al NO del seno Christmas, en la base de una tierra muy alta, que el Sr. Murray estableció como "una cordillera continua de montañas cubiertas de nieve". La hora de la alta marea en este canal corresponde exactamente con la de la costa adyacente, pero no está ni siquiera cerca con la del estrecho de Magallanes. Estos hechos, y el aspecto de la tierra, eliminaron de mi mente cualquier duda de la existencia de una cadena continua de montañas, que llegan desde el canal Bárbara hasta el monte Bell, y por lo tanto decidí no gastar más tiempo en la búsqueda posible de un canalizo hacia el norte, pero me apresuraría en examinar las costas exteriores.
"Aquí el canal tenía aproximadamente una milla de ancho, pero las montañas a cada lado que se elevaban tan abruptamente, lo hacían aparecer mucho más estrecho. Podría ser un buen paso para una nave que lo navegue desde el oeste, si no fuera por los problemas y ansiedad de reconocer correctamente la tierra, y que una nave podría navegarlo, hacia el mar abierto, tanto de noche como de día, pero debería evitarlo de noche porque hay algunos islotes bajos, cercanos al centro del canal, en algunas partes. Para un bote, en caso de un naufragio, u otro motivo urgente, puede ser conveniente, pero navegando hacia el oeste podría ser muy difícil, porque podría ser necesario navegar hacia barlovento todo el día, y cada día, haciendo bordadas de media milla desafiando los chubascos suficientemente fuertes como para hacer zozobrar a un buque. Un buque a vapor podría ser la solución en esta región, ya que hay abundancia de madera en todas partes. En cuanto terminaron las observaciones del mediodía, y con los instrumentos a buen recaudo, comenzamos nuestro regreso, y como se levantó una brisa regular del oeste, corrimos con la marea favorable a gran velocidad.
"11.- Al día siguiente desembarcamos, para cenar y descansar, cerca de la angostura Murray, y cerca de una choza, cuyos ocupantes escaparon; pero pronto regresaron, al vernos sentados tranquilamente al lado de su fuego. Les compramos pescados con cuentas, botones, etc., y les dí un cuchillo por un excelente perro, del cual ellos estaban sumamente reacios de separarse, pero el cuchillo era una tentación demasiado grande para ser resistida, aunque los perros parecían muy escasos y proporcionalmente valiosos. Después continuamos nuestra ruta, pero cuando estaba a la vista la angostura fuimos detenidos por tres canoas llenas de nativos ansiosos de cambiar. Les dimos unas pocas cuentas y botones, por unos pocos pescados, y. sin ninguna intención previa, le dije a uno de los muchachos de la canoa que viniera a nuestro bote, y le dí al hombre que estaba con él un botón nacarado grande y brillante. El niño pasó a mi bote prontamente, y se sentó. Viendo que él y sus amigos parecían bastante contentos, dí avante, y, un brisa primaveral, nos hizo navegar. Pensando que este acontecimiento accidental podría resultar útil para los nativos, asi como para nosotros mismos, decidí aprovecharlo. La canoa, de la cual vino el niño, remaba hacia la orilla, pero las otras seguían remando detrás de nosotros, levantando pescados y pieles para tentarnos a comerciar con ellos. La brisa refrescaba a nuestro favor, y una fuerte corriente de marea, pronto nos llevó a través de la angostura, y media hora después de anochecer paramos en una ensenada, donde habíamos pasado la segunda noche de esta excursión. "Jemmy Button", como la dotación del bote lo llamó, debido a su precio, parecía estar contento de su transbordo, e imaginaba que estaba yendo a matar guanacos, wanakaye, como él los llamaba, ya que debían encontrarse cerca de ese lugar.
"12.- Continuamos nuestra navegación con un fresca y favorable brisa del NE; pasamos bahía Windhond, y a la puesta del sol varamos el bote, aunque el oleaje en la playa pedregosa hizo que fuese una tarea difícil. Varios guanacos fueron vistos cerca de la orilla mientras navegábamos.
"Con la luz del día de esta mañana (13.-) fuimos en la búsqueda de los guanacos, pero, como no vimos ni uno, pronto regresamos al bote y lo echamos al agua. Perdí mi perro nuevo entre los arbustos, sin embargo no podíamos detenernos para recuperarlo. Durante nuestra caminata esta mañana, observé huellas de un animal grande, que supuse sería un puma; y dos de los hombres vieron un lugar, como un gran nido, hecho en los árboles por los nativos, en el cual no tengo dudas ellos observaban a los guanacos para tirarles sus lanzas cuando pasaran debajo. Llegamos al "Beagle" en la noche, encontré todo bien a bordo salvo un hombre, quién, llevando un guanaco cazado por la tripulación del cúter, resbaló y se quebró una pierna (la piel del guanaco está ahora en el Museo Británico). El Sr. Stokes, con quién él estaba, planificó inmovilizársela, pero de la forma más adecuada para regresar con el hombre hasta el buque, donde se le encontró que su pierna había sido tan bien recompuesta, y vendada con tablillas, por los del bote, que el cirujano no tuvo nada que cambiar. El Sr. Stokes volvió a partir inmediatamente; y ambos, él y el Sr. Murray estaban ausentes a mi regreso; pero el teniente Kempe, con los pocos hombres que quedaron a bordo, habían hecho lo que era necesario, y dieron un buen informe del puerto, con respecto a la seguridad como también a su protección del viento. Diez canoas habían venido hasta la nave, en distintas oportunidades, pero los nativos fueron sumamente tranquilos e inofensivos, y le vendieron a nuestra gente una gran cantidad de pescado. Debido al éxito de la caza, el teniente Kempe había podido detener la entrega de raciones saladas por dos días. Nuestros fueguinos estaban de buen humor, y el encuentro entre ellos y Jemmy Button fue bastante divertido: se rieron de él, lo llamaron yapoo, y nos pidieron que le pusiéramos más ropas ahora mismo.
"17.- El Sr. Murray regresó de su excursión al cabo Buen Suceso, habiendo hecho todo lo que se esperaba, pero no sin haber pasado considerable peligro en esas costas tan expuestas. Su bote no había sido de los mejores, su tripulación buena, y él mismo el más hábil conductor, no creo que podría haber ido tan lejos a lo largo de una costa desprotegida, a través de corrientes de marea, y aún así haber regresado a salvo.
Lo siguiente es un extracto de su Diario:

"Cerca del cabo Graham, vimos un grupo grande de indios, con varias canoas, una de las cuales, en la que remaban dos hombres y una mujer, llegó al costado de nuestro bote, y nos vendieron algunos excelentes pescados, por el gran precio de dos botones de metal y una pequeña cadena de cuentas. Al no encontrar un lugar en el cual desembarcar, a causa de las rocas y el fuerte oleaje, navegamos a lo largo de la costa unas quince millas hacia el norte. Nos acercamos a un arrecife de cima plana y cubierta de pasto, vi un guanaco grande, y justo después un manada completa pastando, por lo que parecía que hacía la tarea de centinela. La orilla nos invitaba, y el suelo parecía abundante; pero muchas rocas nos mostraban sus afiladas puntas al borde del agua como para permitir nuestro desembarco. Por fin encontramos un manchón con guijarros entre dos arrecifes de rocas, y ahí tuvimos éxito en varar el bote, pasando a través de un fuerte oleaje. Subí un cerro empinado y boscoso para obtener una vista de la vecindad, encontrando que por algunas millas el campo era plano, y aparentemente cubierto de hierba gruesa. Huellas de, y sendas hechas por, guanacos, eran muy numerosos en todas direcciones. Al día siguiente bogamos hacia el este contra un mar agitado por la corriente de marea, y al ocaso tratamos de desembarcar; pero fuimos decepcionados, al encontrar que la orilla estaba llena de rocas, por lo que no pudimos aproximarnos. Por lo tanto nos apresuramos hacia un largo arrecife rodeado de rocas, en el cual podríamos encontrar algún refugio, como rompeolas, durante la noche, pero encontramos tales turbulencias en sus cercanías, que fuimos obligados nuevamente a continuar nuestra ruta a lo largo de la costa en la obscuridad. Por fin escuché el ruido de una gran caída de agua, entre las rompientes de las grandes olas sobre las rocas, por lo que imaginé que podría haber una ensenada, hacia la cual avanzamos con prudencia, sondando con el escandallo y con un palo largo, y tuvimos éxito en la obtención de un lugar seguro temporalmente.
"Al pasar por la playa al día siguiente, vimos muchas manadas de guanacos pastando. Por la noche otra vez tuvimos muchas dificultades en obtener un lugar para el bote. El 7.- hubo mucha marejada y viento para permitirnos proseguir nuestro avance, asi que fui a varios puntos para tomar ángulos y demarcaciones. Una de estas estaciones fue en una gran roca, que parecía una torre, levantada sola en medio de una llanura.
"El tiempo fue menos desfavorable, y el mar mas calmado el 8.- , echamos nuestro bote al agua y navegamos hacia el este. Al pasar el cabo Kinnaird, observamos un gran número de focas, tantas en verdad que ellas cubrían completamente varias de las grandes rocas.
"Puerto Español resultó ser una bahía poco profunda, llena de rocas, y peligrosos arrecifes recubrían su orilla, sin refugio, aunque había fondeadero para un navío.
"En una gran cueva en una roca, que formaba la parte sur de una pequeña ensenada en la que nuestro bote fue amarrado, encontré huellas recientes de indios, que habían dejado huesos de guanacos y pájaros cerca de las cenizas de una gran hoguera. Entré en la cueva una distancia considerable, hasta que se hizo demasiado oscuro para proseguir mi camino más lejos, pero no llegué a su término. Después navegamos hacia el este otra vez, con poca vela, arribando antes de anochecer a un ricón entre rocas salientes. Muchos guanacos estaban por los alrededores alimentándose; pero, después de nuestros disparos a uno de ellos, todos se fueron. En cada lugar en que desembarcábamos, encontrábamos huellas de indios, aunque hasta el momento habíamos visto sólo un grupo durante este viaje. El terreno cercano a nosotros, en el lado este de puerto Español, o más bien bahía, parecía llano, aunque aquí y allá había colinas bajas, cuyos lados orientales estaban densamente cubiertas por bosques: algunos de los árboles (haya) crecían bastante altos y rectos como para hacer mástiles y vergas para un buque pequeño, aunque probablemente su calidad sería inadecuada.
"10 de mayo. Durante un fuerte temporal, subí a la colina más alta, cerca del mar, y vi muchas rocas, en las que el mar estaba rompiendo, como no lo había visto antes. El 11.- pasamos a través de un corriente de marea muy peligrosa en cabo Bell. Había poco o nada de viento, pero era casi imposible utilizar nuestros remos, porque el agua estaba muy revuelta: estaba subiendo y bajando y rompiendo en todas direcciones, como agua hirviendo en una inmensa caldera. Cuando pasamos, y estuvimos a salvo nuevamente, estaba asombrado de nuestro afortunado escape. Mirando hacia atrás, sólo se podía ver una masa de rompientes, que pasaban rápidamente hacia el oeste, por lo tanto me hizo suponer que la "corriente" era causada por el encuentro de las mareas, no por una fuerte corriente de marea pasando por sobre una saliente rocosa.
"La tierra cercana al cabo Bell es escarpada, alta y tan rocosa, que no pudimos encontrar ningún lugar donde fondear. Fuimos a todas las pequeñas ensenadas, pero estaban tan protegidas por rocas que fue imposible entrar en ellas. Navegando hacia el este, por fin encontré una pequeña ensenada, cerca de bahía Valentín, en la que pudimos varar nuestro bote. Un pequeño arroyo llegaba a ella, cerca del cual había muchas chozas, pero no pudimos ver ningún nativo.
"12.- Cruzamos bahía Valentín y llegamos cerca del cabo Buen Suceso. Caminé hasta la cumbre, y desde allí obtuve una buena vista de la isla De Los Estados, hacia el este; y de toda la costa hacia el oeste, tan lejos como hasta isla Nueva. En la esquina noreste de bahía Valentín, encontramos algunos indios, que vivían en una gran choza, sin ningún tipo de canoas. Eran ocho hombres, cada uno tenía un arco y unas cuantas flechas en la mano, y todos, excepto uno, estaban vestidos con pieles de guanaco que les colgaban hasta sus talones, el lado lanudo hacia el exterior. Obtuvimos varios arcos de ellos, por trueque, pero fueron reacios en entregar muchas flechas. A uno que vestía una piel grande de foca, se la compré por un cuchillo, que, para mi sorpresa, él llamó claramente "cuchillo". Tenían algunos perros excelentes, uno era muy parecido a un cachorro de león, pero nada que le pudimos ofrecer, a sus ojos, fue considerado equivalente a su valor. Luego examinamos bahía Valentín encontrándola que no es apta para buques, pues es abierta al fuerte oleaje, lo que ofrece un mal fondeadero.
"El 13 y 14.-, un fuerte temporal nos limitó a permanecer en nuestra ensenada, a la que llegó un gran número de aves silvestres, supuse que para refugiarse, de las que cazamos cuantas quisimos.
"El 15, 16 y 17.- regresamos al "Beagle" no sin encontrar dificultades y riesgos similares a los ya mencionados, pero que sería tan tedioso como innecesario relatar".


"Poco después que el oficial de navegación llegó, el Sr. Stokes también regresó, tras haber recorrido un largo camino dentro del primer canal descubierto por el Sr. Murray, habiendo examinado todas las orillas orientales que se comunican con el mar. Encontró muchos grupos de indios, pero se las arregló para no toparse o tener problemas con ellos.
"18.- Las excavaciones en distintos lugares de isla Lennox, me mostraron que la tierra es distinta a la donde vimos los guanacos en isla Navarino, la cual es apta para el cultivo, comparada con esta que es muy húmeda, llena de tussac y otras raíces para ser útil bajo el punto de vista agrícola.
"19.- Nativos habían llegado a nuestro costado en varias ocasiones, durante los últimos días, a vendernos pescados por botones y otras naderías. Fue divertido ser testigos como York y Boat trataban a estas personas. Los mismos hombres quienes, dos meses atrás, ellos mismos habrían vendido pescados por un pedazo de vidrio, eran vistos ahora en la cubierta recogiendo vajilla rota o cualquier otra basura, para cambiarla por los peces traídos hasta nuestro costado por estos "yapoos", como ellos los llamaban; y de cuyo idioma parecía que no entendían ni una sola palabra. El teniente Kempe regresó de una excusión sin éxito a la isla Navarino en búsqueda de guanacos. Vio muchos, pero no pudo tenerlos a tiro. Vio las huellas de un puma en varios lugares.
"23.- Después de efectuar varias observaciones del sol, para la marcha de los cronómetros, navegamos desde puerto Lennox, un lugar muy seguro para naves pequeñas, pero, como es mas bien poco profundo, los buques que calan más de catorce pies deberían fondear fuera de la entrada, donde estarían seguros y en aguas tranquilas, excepto cuando cuando sopla un temporal del sureste, con el cual, con toda probabilidad, no desearía permanecer fondeado. La sonda es pareja en la salida y hay sitio donde fondear en toda la zona. Leña y agua puede ser obtenida, en cualquier cantidad; también hay aves silvestres y peces, pero no en abundancia. La manera más fácil de conseguir pescado es darle pedazos de vidrio roto o botones a los nativos, que los atrapan en los sargazos, mediante una lienza con una carnada, sin gancho, atraen los peces hasta la superficie del agua y luego los cogen con la mano, o, si el pez se ha tragado la carnada, tirándolo fuera del agua antes que pueda soltarse, como he mencionado antes.
"Con la luz del día (24.-), estando a la altura de cabo Buen Suceso, nos abrimos camino y nos dirigimos hacia al estrecho de Le Maire, con un temporal del sur, y espesos chubascos de nieve. El estrecho parecía despejado de todo obstáculo, no había rocas, ni siquiera se veían sargazos. La costa desde el cabo Suceso hasta el extremo norte de bahía Suceso es alta y escarpada, con profundidades para un buque tan cercanas a lo que podría desear, o debería ser. Ceñimos durante el fuerte temporal de nieve, con el temor de que podríamos sobrepasar el puerto, y después de virar, entramos a la bahía Buen Suceso, y fondeamos a sotavento de su punta sur como un fondeadero temporal. Tan pronto como el buque estuvo seguro, fui a mirar si había un mejor fondeadero, y cuando moderó, viramos y nos cambiamos a un lugar en que suponía sería seguro cuando estuviésemos fondeados en aguas tranquilas, con sesenta brazas en nuestra ancla de proa, y cincuenta en la otra, las anclas estaban en ocho y siete brazas respectivamente, en un despejado fondo de arena. El temporal continuó durante el día, y aumentó hacia la noche, rolando más hacia el este, y enviando marejada dentro de la bahía. El viento era muy frío, y la nieve y los granizos se congelaban rápidamente cuando caían en cualquier parte expuesta de la nave. Entre las ocho y las nueve sopló muy fuerte; después estuvo mucho más moderado; y a la medianoche había sólo un viento regular del ESE. Una marejada larga entonces comenzó a entrar a la bahía desde el mismo cuadrante, pero el buque estaba fondeado tan seguro, y la noche parecía que estaba mejorando tan rápido, con los barómetros subiendo constantemente, que me fui a la cama sin ningún pensamiento de temor respecto a su seguridad: sin embargo, estaba apenas dormido cuando me avisaron que el ancla de babor, nuestro cable del lado del mar, se había cortado. Subí al instante a cubierta, encontrándome con una excelente noche y sin que hubiese aumentado el oleaje, por lo que al principio pensé que era un error, pero rápidamente me dí cuenta que el buque estaba presentando su costado a las olas, sobre su ancla de sotavento. La naturaleza crítica de nuestra situación me golpeó de inmediato; era evidente, que la escarcha le había pasado la cuenta a nuestras cadenas, tantas veces probadas, una seguridad dudosa contra las estrepadas producidas por las grandes olas que ocasionalmente entraban en la bahía, una o dos, quizás, en media hora, aunque el oleaje el resto del tiempo fuese insignificante. Arriamos el cable completo del ancla del lado de la costa (una pequeña, obtenida en San Carlos), una vez despejada fondeamos el ancla de respeto, engrilletamos lo que quedaba de la cadena de babor a la cadena de estribor y quedamos fondeados con dos tercios de cable en el ancla de respeto y un cable y medio en el ancla de estribor, cerca de la orilla, en unas seis brazas de agua, manteniendo los cables constantemente mojados en los escobenes, con agua de mar, para evitar su congelamiento; la temperatura del agua era de 44°, aunque la nieve y el granizo se congelaban en el lado del viento de los mástiles. El grillete que se rompió, de la cadena, estaba en la proa expuesto a una corriente de aire frío a través del escobén. Apareció claramente defectuoso, cuando fue examinado el día siguiente; pero como había soportado muchas grandes tensiones, atribuí su rotura a la acción del hielo y tomé la precaución de poner un hombre de guardia cuando empleáramos cables cadenas en tiempos similares. El viento moderó, y la marejada disminuyó en la mañana, así que estuvimos nuevamente tranquilos con respecto a la seguridad del buque, después de unas pocas horas de angustioso suspenso, porque no teníamos amarras de cáñamo y estuvimos cerca de las rompientes de la orilla.
"25.- El cambio del viento hacia el sur, hizo que la nave presentara el costado al oleaje, lo que nos impidió por algún tiempo arriar nuestros botes, pues se balanceaba mucho, y no quise arriesgarme a que alguien saliera herido sin que fuese de absoluta necesidad. En la noche rastreamos la cadena, la izamos, y la unimos a un grueso calabrote, y al día siguiente viramos el ancla de respeto y fondeamos nuevamente, a mayor distancia de la costa.
"27 y 28.- Soplando un furioso temporal de viento.
"29 de mayo.- El primer día aceptable en este lugar fue empleado por los oficiales en tomar demarcaciones y sondar la bahía, y por la tripulación en hacer leña y aguada. Algunas chozas y huellas de pezuñas de guanacos fueron vistas, pero la tierra es alta y el bosque tupido nos mantuvieron fuera del país del mejor guanaco. No estaba seguro cual fue el cerro al que el Sr, Banks subió; pero el amplio camino mencionado por Cook todavía es una buena señal de la bahía, si el contorno de la tierra no es suficiente. El tiempo aquí era más frío que el que habíamos encontrado hasta ahora, el viento era principalmente del cuadrante del sur, había demasiada escarcha en la noche, y nevaba copiosamente, aún cerca de la orilla del mar.
"30 de mayo. Tenía la esperanza de encontrar un puerto entre cabo San Diego y cabo San Vicente, o un poco más lejos a lo largo de la costa, desde donde podríamos establecer la posición del cabo San Diego y la tierra adyacente, porque no quería enviar una embarcación a lo largo de esta costa, con mareas tan intensas y costa muy rocosa, sin algunas entradas, donde pudiese pasar la noche segura. (Durante el último viaje del Sr. Murray, él fue extremadamente afortunado al tener un intervalo de buen tiempo, pues la costa que recorrió en bote habría sido imposible hacerla con mal tiempo. Si el último temporal de sur que tuvimos, hubiese comenzado antes que regresara, su situación habría sido extremadamente crítica). Por lo tanto nos mantuvimos en el estrecho, sentíamos un viento variable y débil, aunque soplaba fuerte por sobre las cimas de los cerros, y golpeaba el agua más cerca de ellos con fuertes chubascos. A media milla de la costa había poco viento, pero desde esta distancia hasta la costa era desgarrada por los williwaws. Esta extraña situación debe haber sido causada por el aire frío que bajaba de los cerros cubiertos de nieve que desplazaba al aire más caliente cercano a la superficie del agua.
"Con el reflujo y con las ráfagas de viento que podíamos obtener nos mantuvimos hacia el sur, para tomar ángulos y demarcaciones, y ver más de la costa del cabo Buen Suceso y la bahía. Por la tarde tuvimos un viento constante del NNO, y habiendo hecho todo lo necesario, hacia el sur, regresamos, y fondeamos en la obscuridad en el medio de la bahía.
"31 de mayo. Con la luz del día de esta mañana, levamos y nos hicimos a la vela con un viento regular del norte. Confiaba que el tiempo mejoraría, ya que los barómetros estaban subiendo, pero, efectivamente, nuestro tiempo era muy corto como para permitirnos escoger los días. Navegamos hacia el norte a favor de la marea, tomando los ángulos y demarcaciones necesarios, y al mediodía estábamos cerca del cabo San Diego, donde la corriente de marea se oponía muy fuertemente al viento norte, y además del fuerte oleaje del norte, producían una irregular ola muy grande, que casi causó la pérdida de nuestro bote nuevo, y que podría haber dañado mucho a una nave. El tiempo empeoró y como el oleaje continuaba aumentando desde el norte, me vi obligado a hacerme a la mar, desplegando las velas para mantenerme alejado de la costa, la cual en ese momento estaba muy tapada por la bruma y las nubes para reconocerla a nuestro regreso.
"1 de junio. Mal tiempo, con lluvia casi todo el día. A unas doce millas al norte del cabo San Vicente, por estima, nos detuvimos de vez en cuando hasta que en la última parte del día tuvimos una brisa del sur, con la cual navegamos acercándonos a la costa del cabo San Vicente.
"Al mediodía del 2.- , estábamos bien cerca de la costa, y nos detuvimos, para ubicar algún puerto. Vimos un lugar prometedor, fondeamos fuera de él, en veintidós brazas de agua, y, como la noche se presentaba muy buena, permanecimos tranquilos en aguas en calma, con el viento desde tierra y una marea normal pasando por el buque.
"Con la luz del día de la mañana siguiente, fui a mirar una abertura, la cual, desde la cofa, me pareció un puerto espacioso, pero encontré que era una ensenada muy poca profunda, que en su acceso, justo entre sus puntas, no había más que una braza de agua. No obstante esta ensenada debe ser el lugar al cual los españoles le dieron el digno nombre de puerto San Policarpo.
"Viramos y navegamos a lo largo de la costa, pero el viento era escaso, y la marea estaba contra nosotros, era tarde antes que pudiésemos llegar a la bahía San Vicente, donde fondeamos en una linea entre ese cabo y el cabo San Diego, pero más cerca del primero. En una ensenada al norte de esta bahía, el Sr. Banks desembarcó cuando Cook estuvo aquí. Durante la noche fuimos sacudidos por un oleaje muy fuerte, que se oponía a una fuerte corriente de marea; el viento era moderado, pero no lo suficiente para estabilizar la nave.
"Esta mañana (4 de junio) encontré que el oleaje era demasiado grande para permitirnos arriar un bote con seguridad, por lo que renuncié a mi intención de examinar la ensenada, y nos apresuramos a regresar a la bahía Buen Suceso, para completar la leña y el agua, y obtener la marcha de los cronómetros, antes de dejar la costa. El viento y la marea nos favorecieron, y al mediodía estábamos fondeados en bahía Buen Suceso. Poco después salí del "Beagle", en mi bote, con provisiones para una semana, con la intención de desembarcar cerca del cabo San Diego, y dirigirme a pie hasta el cabo llevando los instrumentos, pero encontré la mar atravesada en el estrecho y una costa rocosa sin un lugar en el que un bote pudiese desembarcar; aunque me arriesgué de que fuese golpeada y hecha pedazos por tratar de desembarcar en el único lugar que me pareció que había una posibilidad. Después de esta escapada, traté más lejos, pero sin éxito; nos llegó la oscuridad y si no regresaba de inmediato, durante el reflujo, la corriente de flujo habría comenzado y me habría obligado a fondear con un rezón, durante una noche glacial, con fuertes corrientes de marea y con la tripulación del bote totalmente mojada. Por lo tanto, me devolví, y bogamos hacia la bahía Buen Suceso., ayudados por la marea, pero el mar revuelto hizo que la embarcación se llenara de agua hasta la mitad más de una vez, por lo que dimos gracias cuando estuvimos nuevamente a salvo a bordo del "Beagle".
Habiendo fracasado este plan para establecer la latitud del cabo San Diego, pensé efectuarlo fondeando el "Beagle" en el estrecho, unas dos o tres millas al este de la bahía Buen Suceso, y entonces unir el cabo mediante triangulación con puntos conocidos, los extremos de esta bahía y el cabo Buen Suceso , estaban correctamente determinados, servirían de base.
"Junio 5.- Obtuve algunas observaciones del sol esta mañana y al mediodía, además de demarcaciones y ángulos para verificar otros anteriores. Toda la tripulación estuvo ocupada en hacer leña y aguada, preparándonos para volver a Monte Video. Un gran albatros fue derribado por mi timonel, medía aproximadamente catorce pies de un lado a otro de sus alas.
"6.- La nieve que cubría el suelo cuando estuvimos aquí por primera vez se había ido, y el tiempo era relativamente suave. La escarcha de la noche no fue más que la de una noche de invierno en Inglaterra, los termómetros registraban entre 27° y 32°. La marea fue cuidadosamente registrada este día, porque había luna llena. La plea fue a las cuatro y cuarto, y la marea subió siete pies.
"7.- Desatracamos, viramos y zarpamos hacia el este para fondear con el ancla de respeto, con un gran calabrote, en cincuenta brazas de agua, a unas tres millas de bahía Buen Suceso. Después de tomar las demarcaciones y ángulos necesarios viramos a las once, y nos dirigimos hacia cabo San Diego con el comienzo del flujo. La corriente de marea era fuerte, por lo que avanzamos rápidamente, y pronto estuvimos fuera del estrecho, pero como deseábamos ver el máximo posible de la costa NE, mientras avanzábamos hacia el norte, viramos hacia el viento y nos mantuvimos cerca de la costa durante la noche, ya que el tiempo estaba bueno y estable.
"Antes de dejar bahía Buen Suceso y el estrecho de Le Maire, me sentía satisfecho del conocimiento que habíamos obtenido de las mareas, que son tan regulares y poco temibles como en cualquier parte del mundo donde tiran con fuerza. Ellas materialmente ayudarán a cualquier buque en su paso por el estrecho, el que es muy ancho, completamente libre de obstáculos de cualquier tipo y tiene a la mano la bahía Buen Suceso, en caso que el viento o la marea pudiesen fallar. Cuando la marea se opone al viento y al oleaje, siempre hay unos fuertes, y, para buques pequeños, peligrosos escarceos a la altura de cabo San Diego, donde el agua es menos profunda que en cualquier otro lugar (Escarceos solo fueron encontrados en un lugar durante el último viaje del "Beagle"), nos encontramos así en una marea muerta, pero eso me hizo recordar que en otro día, en plena primavera, el día después de la luna llena, pasamos por el mismo lugar, con media marea, con el agua perfectamente en calma, y vimos fuertes remolinos en todas direcciones, y el gobierno del buque fue un poco afectado por estos. Se produce la pleamar en bahía Buen Suceso poco después de las cuatro de la tarde, en los días de luna llena o nueva, y la bajamar exactamente a las diez de la mañana. La corriente de marea llenante comienza a tirar hacia el norte aproximadamente una hora después de la bajamar, y el reflujo, hacia el sur, más o menos al mismo tiempo después de la pleamar. El aumento perpendicular de la marea es de seis a ocho pies. En cabo Pilar el cambio de la marea, en la marea alta es al mediodía; pero a lo largo de la costa SO y SE la hora aumenta gradualmente hacia esta costa. Desde el cabo San Diego el flujo de la marea corre hacia el norte y el oeste a lo largo de la costa, y es de uno a tres nudos, tan lejos como veinte millas a lo largo de la costa; y el reflujo en la dirección contraria, pero no tan fuerte, excepto en la bahía San Vicente. El flujo en el estrecho de Le Maire corre aproximadamente a unos dos nudos por el centro del canal, más o menos de acuerdo al viento, y el reflujo es de cerca un nudo. Quizás, a veces, cuando una fuerte marea de sizigia es retrasada por el viento norte, se producen peligrosos escarceos a la altura de cabo San Diego, como las olas estacionarias de otras partes del mundo.
Las profundidades son bastante regulares, y pueden advertir que uno se está acercando a la isla de Los Estados o a la costa NE, y pueden guiar a un buque hacia el canalizo del estrecho, pero no debe confiarse mucho en ello, cercanos a la costa rocosa de la isla de Los Estados.
"Bahía Buen Suceso es un excelente fondeadero para naves de cualquier tamaño que deseen hacer leña o agua, pero no sería apropiado para una nave que requiriera estar estable para reparaciones, ya que el oleaje frecuentemente ingresa en ella. Es bastante segura, aún, en la temporada de invierno, cuando los temporales del este son comunes, ninguna nave debería fondear muy cerca del centro de la bahía, como lo podría hacer durante el verano, porque la mar gruesa (aunque raras veces) ingresa en ella. No tratamos de obtener pescados, porque no teníamos tiempo de sobra, y solamente le disparamos a unas pocas aves.
"El 8.- un día muy bueno, con muy poco viento, estábamos frente al cerro plano llamado la Mesa de Orozco, y, desde la cofa, tuve un amplio panorama de la tierra adyacente. Cerca de bahía Suceso y el monte Campana el terreno es alto, pero al norte de bahía Suceso desciende hacia cabo San Diego, el cual es una punta larga y baja que se proyecta. Desde allí, tan lejos como pude ver, la costa NE se extiende, baja, con excepción de unas pocas colinas aquí y allá, no interrumpida por estuarios; la tierra cercana a ella son colinas de aspecto agradable y valles, con bosques y totalmente libre de nieve. Pude distinguir una cadena de montañas cubiertas de nieve la cual debería estar cercana al seno Almirantazgo, el terreno a este lado de ellas parecía ser una sucesión continua de colinas y valles, con solo unos pocos cerros cubiertos de nieve, aunque estábamos en la mitad del invierno. Vimos humo en un solo lugar, a unas dos millas tierra adentro. En la tarde tuvimos una brisa desde la orilla, la que nos mantuvo navegando a lo largo de costa, la luna brillaba intensamente y el tiempo estaba bueno. Me quedé bastante cerca de la tierra, durante la noche, con el fin de estar cerca de la entrada del supuesto canal San Sebastián en la mañana.
"A la medianoche el cabo Santa Inés estaba a una distancia de tres a cuatro millas de nosotros, pero desde allí se veía muy poco de la tierra, hasta las tres, cerca del cabo Peñas, en que el tiempo se puso brumoso y el viento roló hacia el NE, lo que hizo que me mantuviera más lejos de la costa hasta que amaneció (9.-), cuando avanzamos en dirección a tierra. Habiendo encontrado que el cabo Santa Inés y el cabo Peñas estaban correctamente situados en la carta que usábamos, pensé que el cabo San Sebastián no tendría por que estar mal, y habíamos efectuado varias observaciones durante la primera parte de la noche para corregir nuestra estima. Nos dirigimos hacia la costa, rápidamente la profundidad del agua disminuyó, y encontramos que el oleaje en la orilla aumentaba. Habiendo llegado a lo que yo suponía era el cabo San Sebastián, y viendo desde la cofa una gran abertura hacia el norte, similar a la que figuraba en la carta, con tierras bajas aún más hacia el norte correspondiente a las orillas de la bahía "Nombre de Jesús", me dirigí hacia allá confiadamente, pensando en lo bien que las cartas habían sido levantadas, y a pesar que la sonda disminuía a medida que avanzábamos. Viendo, sin embargo, desde la cofa, los que parecían ser unos escarceos, a una distancia de dos a tres millas, llamé al contramaestre, quién había estado muchas veces entre las corrientes de marea de esta costa, para pedirle su opinión, pero antes que él pudiera subir, vi que había una costa muy baja, casi al nivel del mar, y que lo que yo había creído que eran escarceos, eran las olas en la playa. Nos detuvimos un poco más lejos donde teníamos siete brazas de agua sobre un fondo arenoso de barro negro, con trozos de pizarra negra. En ese momento, el tiempo había despejado lo suficiente como para ver la tierra quince o veinte millas a cada lado, pero nada que pareciera como una abertura, por el contrario, una planicie se extendía hacia el oeste, tan horizontal como el mar, viramos hacia el viento y nos dirigimos a lo largo de la costa SE, buscando una entrada, creyendo que me había sobrepasado del lugar verdadero, especialmente porque la tierra continuaba plana y sin interrupciones, por muchas millas hacia el NO, mientras que hacia el SE parecía montañosa e irregular.
"Habiendo recorrido a lo largo de la costa varias millas, mirando todavía desde la cofa que continuaba el mismo tipo de costa, tan lejos como alcanzaba ver las olas en la playa, sin ninguna abertura, viramos y nos dirigimos hacia el norte, seguros que el canal San Sebastián no existía dentro de muchas millas de la posición que figura en la carta.
"En la tarde el tiempo se puso muy brumosos, con lluvia, un viento regular soplando directamente hacia la costa y los barómetros bajando, por lo que izamos velas para alejarnos de tierra y de las aguas bajas, en las que se producían grandes olas por la forma del fondo. A medianoche estábamos a una buena distancia.
"El día 10.- viento regular del NE, barómetro bajo, tiempo brumoso, con lluvia constante, me habrían impedido acercarme nuevamente a tierra si hubiese estado dispuesto a hacerlo. Aunque estaba renuente a dejar alguna parte de la costa de la Tierra del Fuego inexplorada, mientras tuviera el buque tan operativo, y a todos conmigo con buena salud, pero también tenía que recordar nuestra distancia del punto de randezvous designado, el estado de nuestras provisiones, de las cuales quedaban a bordo solo para tres semanas, y que se me ordenó estar en Río de Janeiro el 20 de este mes. Por lo tanto decidí acelerar hacia puerto Deseado, en beneficio de las medidas de los cronómetros, y de allí dirigirnos a Monte Video y Río de Janeiro. Previamente había considerado llevar a los fueguinos, que teníamos con nosotros, a Inglaterra, confiando que el beneficio final que obtendrían de haber conocido nuestros hábitos y lenguaje, compensarían el alejamiento temporal de su país. Pero esta decisión no había sido considerada cuando los traje por primera vez a bordo, yo entonces pensaba detenerlos sólo mientras estuviéramos en sus costas, aunque después viendo que eran felices y estaban con buena salud, comencé a pensar en las diversas ventajas que podrían resultar para ellos y para sus compatriotas, como también para nosotros, llevarlos a Inglaterra, educarlos tanto como fuera posible, y entonces traerlos de regreso a Tierra del Fuego. Estas ideas fueron confirmadas al encontrar que las tribus fueguinas, al este del seno Christmas, eran hostiles con la tribu de York Minster, y por lo tanto no podíamos, por un sentido de humanidad, desembarcarlos en bahía Nassau o cerca del estrecho de Le Maire. Tampoco pude desembarcar al niño de nuevo, cuando estuvimos en la parte este de bahía Nassau, sin arriesgar su vida, por lo tanto sólo tenía la alternativa de regresar al oeste, a la tierra de su propia zona, lo que en las circunstancias actuales era imposible o bien llevarlos a Inglaterra. Al adoptar este último curso de acción tomaba una gran responsabilidad, pero estaba plenamente consciente de lo que estaba haciendo.
"Los fueguinos resultaron mucho más lentos en el aprendizaje del inglés de lo que yo esperaba por su rapidez como bufones, pero ellos comprendieron claramente cuando dejamos la costa que volverían a su país en un tiempo futuro, con hierro, herramientas, ropa y conocimientos que podrían difundir entre sus compatriotas. Ellos ayudaban a la tripulación cada vez que era necesario, eran extremadamente dóciles y de buen humor, aún teniendo dolores por caminar correctamente, y superar la posición en cuclillas de sus compatriotas.
"Cuando estuvimos fondeados en bahía Buen Suceso, ellos desembarcaron conmigo más de una vez, y en ocasiones tomaron un remo en la embarcación, sin que parecieran albergar un pensamiento de querer escapar.
"Durante la noche del 13, estuvimos cerca de tierra a la altura de bahía Oso Marino, el viento, sin embargo, soplaba hacia el norte y una fuerte corriente tiraba hacia el SE, lo que nos llevó nuevamente hacia afuera.
"El 14.- estuvo oscuro, las nubes impidieron que efectuáramos cualquiera observación, pero a las tres de la tarde, llegamos a tierra, un poco al norte de puerto Deseado, cerca de un lugar llamado en la carta "Rivers Peak". El viento había rolado hacia el sur y la corriente tiraba hacia el norte, impidiendo que llegáramos más cerca del puerto ese día.
"Al amanecer del día 15.- estábamos de nuevo a la altura de "Rivers Peak", no obstante haber desplegado todo nuestro velamen para llegar más al sur durante la noche. Estábamos veinte millas al norte en ese momento; pero un cambio en el viento y el cambio de la marea en nuestro favor nos llevaron hacia la entrada del puerto, en el que maniobramos, cuando la bajamar justo había terminado, y fondeamos en frente de las ruinas. Mi primera preocupación fue buscar huellas del "Adventure" y del "Adelaide", pero no encontré ninguna. Una botella que había dejado como señal para el "Adelaide", en nuestra última visita, por instrucciones del comandante King, estaba exactamente donde la había dejado, y los papeles que contenía estaban intactos. Mientras estuvimos en el puerto, obtuve buenas observaciones, el tiempo estuvo despejado, aunque muy frío. No le disparamos a ningún guanaco, aunque vimos muchos, pero bastantes aves marinas fueron traídas a bordo (La pólvora y las balas gastados aquí nos proporcionaron provisiones frescas para cuatro comidas de toda la tripulación). Me regalaron un membrillo que fue encontrado en el lugar donde la colonia española había hecho un jardín. Nos dimos cuenta que las huellas de los guanacos en la costa de aquí no eran tan grandes, casi la mitad, de las que últimamente habíamos visto en Tierra del Fuego. Me fijé especialmente en las corrientes, a fin de compararlas con lo observado anteriormente y con las mareas del puerto; ahora puedo afirmar, decididamente, que el flujo de la marea viene del sur, y que el reflujo tira hacia el sureste. Al norte de puerto Deseado, o desde puerto Deseado hasta cabo Blanco, el flujo es más fuerte, pero a la altura de la isla Pingüinos lo es el reflujo, creo, el más fuerte, tira unos dos a tres nudos. La plea y la estoa en puerto Deseado, son a las doce y media, en los días de luna llena o nueva. Las mareas, si no son tomadas en consideración, podrían complicar mucho la entrada de un buque a este puerto.
"El 21.- zarpamos, con un viento regular del SO; y a las nueve A.M. del 25.- estando aproximadamente una milla al sur de la posición denunciada de las rocas Ariel, y cerca de la longitud nominal, viramos hacia el viento y recorrimos una cierta distancia por el paralelo, buscando rompientes en el agua. Había un oleaje muy irregular y grueso, tanto como si hubiese sido levantado por un temporal, pero causado aparentemente por una corriente, y mientras esperábamos para tomar la altura meridiana, antes de demarcarlo, habíamos recorrido veinte millas sobre el mismo paralelo, se levantó una mar gruesa por la aleta, que golpeó a nuestro bote de la aleta de barlovento, y lo lanzó sobre la cubierta, rompiendo ambos pescantes de hierro. Uno de los pescantes del bote de sotavento también fue dañado por el tirón, y la parte de popa del buque fue bien bañada por el agua. Trincamos los dos botes nuevamente, pero el de barlovento quedó mal trincado. Por un momento, pensé que de verdad habíamos encontrado las rocas, pues el fondo negro de una inmensa ballena muerta justo en ese momento apareció muy cerca del buque, lo que aumentó mucho la sensación. Creo que estábamos donde se encuentran dos mareas o corrientes, donde árboles viejos, ballenas muertas, etc. se encuentran a menudo, y que han causado con frecuencia los informes de rocas, porque el agua no era más baja que la que habíamos encontrado durante el día, la profundidad había variado entre cuarenta y cincuenta brazas; por lo que una vez obtenida la altura meridiana, viramos y gobernamos a nuestro rumbo de nuevo.
"El día 26.- entramos en la Plata, y a la una A.M. del 27.- vimos la isla de Lobos, y poco después la tierra alta cercana al Pan de Azúcar. Continuamos navegando hacia el oeste y al amanecer estábamos a la altura de punta Ballena, pero el viento era débil y la corriente contra nosotros, por lo que perdimos durante el día lo que habíamos ganado durante la noche. A las siete P.M. la corriente corría tan fuerte hacia fuera del río que nos vimos obligados a fondear un anclote con un calabrote resistente para mantenernos, si bien teníamos todas nuestras velas desplegadas yendo entre cuatro y cinco nudos a través del agua. Cuando el calabrote trabajó, tiramos la corredera, la que marcó que la corriente era de más de cinco nudos. Esto era a la altura de Maldonado, Lobos estaba en la demarción NNE, a cuatro millas de distancia. Poco después de las nueve la corriente disminuyó, viramos el anclote y navegamos río arriba, el viento era aún del oeste, pero la corriente ahora se había vuelto en nuestro favor. La fragata US "Hudson" pasó, gobernando hacia el este, ellos fueron las primera velas que habíamos visto desde que zarpáramos de San Carlos de Chiloé. Al amanecer de la mañana del (28.-) avistamos el faro Flores, el que fue informado como que era un buque navegando. Poco después otra nave fue informada como que navegaba con todo sus velas; este era el Monte mismo, tan curiosamente eran distorsionados los objetos por la neblina. Poco después del mediodía fondeamos en Monte Video, y por el comandante Talbot, del HMS "Algerine", supe del arribo y posterior zarpe del "Adventure" y del "Adelaide". El 9 de julio zarpamos de Monte Video, el 18 avistamos las tierras altas sobre la isla Santa Catalina, y después de anochecer fondeamos en la bahía. El objetivo de mi recalada allí fue continuar la cadena cronométrica, entre Tierra del Fuego y Río de Janeiro, con intervalos tan cortos como fuese posible, y los resultados así obtenidos resultaron ser muy satisfactorios.
"Mientras estuvimos en Monte Video traté de vacunar a los fueguinos, pero el virus no tuvo ningún efecto en ellos. La pequeña Fuegia estuvo viviendo varios días con una familia inglesa, quienes fueron sumamente amables con ella, y los otros bajaron a tierra conmigo diferentes veces. Nadie se fijó en ellos, siendo muy parecidos a los indios de la vecindad.
"El asombro y curiosidad evidente debido a lo que veían, extraordinario para ellos tanto como el lugar completo, fue mucho menor de lo que yo había esperado, sin embargo su conducta era interesante y cada día estaban más comunicativos. Aquí fue donde primero escuché de la costumbre que tenían de comerse a los enemigos capturados en la guerra. Las mujeres, ellos me explicaron, se comían los brazos, y los hombres las piernas; el tronco y la cabeza eran arrojados al mar.
"El 23 zarpamos de Santa Catalina, y el 2 de agosto fondeamos en el puerto de Río de Janeiro".

Aquí terminan los extractos del Diario del comandante Fitz Roy.

El "Adventure" y el "Beagle" zarparon juntos de Río de Janeiro el 6 de agosto, habiendo dejado al "Adelaide" como tender del buque insignia, pero reembarcando a sus oficiales y tripulación, y después de una tediosa travesía, fondearon en el seno Plymouth el 14 de octubre. Ambos buques fueron poco después desactivados; el "Beagle" en Plymouth y el "Adventure" en Woolwich.













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